Nace nuestro poeta de hoy en la villa oscense de Barbastro allá por el año del Señor de mil quinientos sesenta y dos.
Recorrió España en sus estudios, habiendo realizado estos en Huesca, Zaragoza y como no en Salamanca siendo ordenado sacerdote a la edad de veintidós años.
Estuvo un tiempo al frente de una parroquia pasando poco después a prestar sus servicios religiosos cerca de la emperatriz María de Austria, en Madrid.
Amigo de Lope y de Cervantes y se le nombro fiscal de la Academia Poética Imitatoria.
Bartolomé Leonardo de Argensola estuvo en Nápoles y fue nombrado cronista de la Corona de Aragón y años más tarde recibió una canonjía en Zaragoza, concretamente n la Seo.
Es estilo de Argensola es correctísimo siendo su poesía, en lucha con la corriente culturalista en boga en la época, equilibradas y de un razonamiento claro, no dejándose arrastrar por los sentimentalismos y predominando en ellos la razón por encima de cualquier otra cosa.
Sus sonetos son de lo más logrado, pulidos y perfectos que se han podido escribir en castellano.
El que os coloco hoy es crítico con los mejunjes que se ponían algunas damas y es uno del más conocido.
Escribió sonetos, canciones, epigramas, estancias, etc.
Murió en Zaragoza en mil seiscientos treinta y uno.
Soneto.
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