jueves, 20 de diciembre de 2018

La casa de Dulcinea en El Toboso


A escasos ciento cuarenta kilómetros de Madrid, en plena Mancha se encuentra la famosa población de El Toboso, a la que tuve la oportunidad de conocer gracias al buen hacer de ACEHA, en un excursión organizada a Úbeda y Baeza

Planos localización El Toboso sacados de Google Maps

Una villa de casa blancas encaladas, calles limpias, puertas imponentes enmarcadas con piedras labradas y hojas trabajadas, cubiertas de teja y una limpieza increíble, de la que deberían aprender muchos municipios.


Destaca en medio de sus calles una imponente iglesia del S.XVI, San Antonio Abad, construida en la época en que Castilla era rica. Su torre debía ser punto de referencia en medio de la llanura.

Iglesia de San Antonio Abad

Y en esta ciudad, don Miguel de Cervantes y Saavedra decidió crear un personaje para su hidalgo que ensalzaría el nombre del lugar durante generaciones enteras y este no es otro que Dulcinea del Toboso.

“Bien te puedes llamar dichosa sobre cuantas hoy viven en la tierra. ¡oh sobre las bellas bella Dulcinea del Toboso!, pues te cupo en suerte tener sujeto y rendido a toda tu voluntad e talante a un tan valiente y tan nombrado caballero como lo es  y será don Quijote de la Mancha, el cual, como todo el mundo sabe, ayer recibió la orden de caballería, y hoy a desfecho el mayor tuerto y agravio que formó la sinrazón y cometió la crueldad: hoy quitó el látigo de la mano a aquel despiadado enemigo que tan sin ocasión vapulaba a aquel delicado infante”

Estas palabras de Don Quijote están escritas en el capítulo IV de la primera parte en que después de armado caballero rescata y vuelve a dejar en manos de su verdugo a un rapaz.
Este párrafo del Quijote parece profético. Don Quijote de la Mancha y su bella Dulcinea, son nombrados seguro que todos los días por mas de una persona en todas partes del mundo.
Alrededor de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha se han montado un sinfín de actividades económicas a lo largo de la historia.
La casa de doña Dulcinea, los molinos de viento, los lugares con teatros y aquellos otros que se atribuyen las estancias del enjuto hidalgo en sus calles y lugares.

Uno de los cientos de ejemplares que se guardan en el museo

Lo que si está claro es que D. Miguel de Cervantes como recaudador del rey anduvo por aquellos lares y eso le permitió dar a las andadas del ilustre hidalgo una veracidad paisajista increíble que no desentona en absoluto con sus fantasías literarias.
En el Toboso existen dos interesantes museos que ayudando a la difusión de la novela de aventuras de Cervantes enseñan, por un lado la difusión de esta maravillosa historia por los distintos países y lenguas del mundo y por otro como se vivía en aquella época en las viviendas mas o menos prosperas de la zona.
Estos dos museos son el Museo Cervantino y la llamada Museo-Casa de Dulcinea del Toboso.
En el primero podemos observar una maravillosa colección de ediciones del Quijote en todos los idiomas del mundo y en todos los tamaños posibles, estando en sus vitrinas el más pequeño y el mas grande.

Dos ejemplares del Quijote escritos en japones, La dedicatoria es de la embajada japonesa en Madrid

La casa de Doña Dulcinea del Toboso, señora que solo existió en la imaginación del autor del libro y en la mente de aquel que: “Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada , o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que de este caso escriben; aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba Quejana. Pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que la narración del no se salga un punto de la verdad”

Vista de la casa de Dª Dulcinea vista desde el patio. Por su torre se la conoce como la Torrecilla

Esta vivienda es un recopilatorio de cómo debían ser las casa de la gente acomodada en el siglo XVI, es decir la casa de un hidalgo que poseía tierras y ganado.
Que se llame la casa de doña Dulcinea no es mas que un reclamo publicitario muy bien encaminado de cara a darle al pueblo un reclamo mas para ser visitado. Y la verdad es que vale la pena trasladarse en el tiempo a otras épocas de manera sencilla.

Don Quijote declarando su amor a Dª Dulcinea.

Antes de llegar a la casa, en una gran plaza, junto a su majestuosa iglesia, nos encontramos con una representación de Don Quijote y Dulcinea en hierro forjado y modernista. Vamos entrando en ambiente.
Unos metros mas adelante, al doblar una esquina de una de las calles encaladas de blanco nos encontramos con la casa museo.
La mente tiene que acostumbrarse a la imaginación hecha realidad de una aventura escrita en papeles con pluma de ave y tintas fabricadas muchas veces por los propios escritores.

Puerta de accesoa la Casa-Museo de Dulcinea del Toboso

La puerta, a la antigua usanza castellana enmarcada por piedras labradas sin escudo. Madera del país, pintada, a base de tablones y dándole prestancia clavos y aldaba.


Ya en el interior se divide la casa en zona de almacenaje de granos y vinos, dormitorios y zona exterior o patio donde se guardaban caballerías y ganado.
Estamos, y eso hay que recordarlo, en la casa de un hombre rico que se ha conservado a lo largo de los siglos y que ha sido restaurada bastante bien.
Según entramos, a mano izquierda se encuentra la zona de estancia diaria donde podemos encontrar la cocina comedor y la despensa.

La cocina de la Torrecilla

Las cocinas de aquella época eran el lugar de reunión de toda la familia y la casa. Allí estaba encendido el fuego todos los días del invierno con la leña de las encinas de los montes bajos de la región.
Ese monte bajo puede apreciarse aun en las estribaciones de los Montes de Toledo y en algunos otros lugares.
Era normal que las grandes conversaciones y negocios se hiciesen en esos lugares mientras se acompañaba la conversación con un vino caliente o un caldo.
En los meses de verano las comidas solían trasladarse al exterior aprovechando los emparrados y los porches.
Si os fijáis en la foto podéis apreciar que en la cocina están todos aquellos utensilios necesarios para guisar en la leña del hogar, incluso se observa algún calentador de cama, que a veces mas que calentador era incendario consentido.

El candil

Incluso hay un pequeño candil de aceite; al candil se le echaba aceite de oliva y se colocaba una mecha que ardía lentamente, pero era de alguna forma la manera de tener asegurado el fuego necesario para cocinar sin tener que recurrir a costosas faenas para conseguir lumbre.
La ristra de ajos

La ristra de ajos enmarca la cocina con un elemento típico de los campos manchegos. El ajo, en toda la historia de los países mediterráneos es un elemento esencial en su cocina.
En el centro la mesa y enfrentados dos bancos de madera. Para mi gusto con las dimensiones de los bancos, la mesa tenía que haber sido un poco mas grande.
Llegamos a la alacena o bodega.

La bodega o alacena donde se almacenaba todo tipo de alimentos

Allí las tinajas colocadas en disposición correcta tenían que albergar granos y distintos vinos. Los embutidos, una vez curads se colgaban de las vigas y se intentaba que los insectos no pudiesen llegar a ellos.
Sobre ellas, colocadas están las medidas de áridos con los que se comerciaba la compra del grano.

Representación de lo que podía ser el dormitorio de un hidalgo

Justo encima de la cocina, para que a través de su suelo llegase en invierno el calor de la chimenea, se encuentra el dormitorio. En casas de menor abolengo, donde había que mirar el real con mucho cuidado y la leña era costosa, los dormitorios se colocaban encima de los establos, para que el calor animal calentase la vivienda.

En la actualidad ya no sabríamos vivir a la luz de las velas

El dueño era un gentil hombre y la cama tenía que representarle. Con su dosel y sus cortinas el hidalgo podía descansar sin ser molestado.
Resulta curioso el escritorio, pero el dormitorio era el lugar privado por excelencia de la vivienda y el hidalgo, que solía saber de cuentas y leer, tenía allí su despacho.
Esa mesa, con su pluma y tintero puede ser una alegoría a don Miguel de Cervantes. Sobre uno como ese y en muchos lugares mas, el manco de Lepanto debió apoyarse para escribir su libro. Es una referencia a la estancia de Cervantes por la zona.

Así se resolvían los pórticos de manera barata.

Ya en el exterior, un gran patio porticado nos muestra la extensión de la vivienda. Dos zonas porticadas, una junto a la vivienda y otra exenta donde se guarda una enorme prensa para extraer todo el zumo de las uvas.
Los pórticos resueltos con sus pilares de madera y unas zapatas a forma de capitel que reciben el esfuerzo que trasmiten la vigas de roble que reciben la cubierta.Como cimentación basamentos de caliza para recibir los pies derechos


Prensa y detrás un carro de trabajo

Un carro, medio de transporte de mercancías y de personas para llevar hasta los mercados los productos de la tierra, generalmente tirados por una mula o un mulo. Los caballos se utilizaban para el transporte personal o bien para tirar de elementos menos pesados, más ligeros.
Vale la pena adentrarse en los pueblos manchegos. Casi todos tienen algo que ofrecernos de las andanzas de un Ingenioso Hidalgo de la Mancha, llamado Don Quijote
Sed felices
Antonio

2 comentarios:

  1. Este estupendo paseo ha traído a mi mente maravillosos recuerdos de esos días. Como siempre, encantador leerte, Antonio. Gracias

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    1. Gracias a ti, Marisa. Sin vuestro esfuerzo y dedicacion esto no habría visto la luz

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