sábado, 31 de diciembre de 2016

Recordando 2016 en fotos y algo de texto.

Se marcha, como siempre lo han hecho, un año más que, mirado desde el punto de vista de la fotografía y la amistad, no ha estado nada mal, aunque como humano que soy, me hubiera gustado que fuese muchísimo mejor.


Tengo pocos amigos, pero los pocos que tengo me están resultando fantásticos; el 2016 ha confirmado ese reencuentro con personas que me han demostrado su cariño y a los que les estoy especialmente agradecido.
Por contra, ha significado rupturas que espero que se solucionen poco a poco. No hay nada como el tiempo para curar viejas heridas, aunque a veces las cicatrices quedan marcadas de por vida, como recuerdo de una incruenta e imbécil batalla que no conduce a nada.
He continuado también en una tertulia en la que aprendo y me divierto, rodeado de magnificas personas, mucho mas instruidas que yo, que me conducen por intrincados laberintos de literatura de todos los tipos.
Y dicho esto, pues en temas familiares nunca hablo en estos lares, pasemos a repasar fotográficamente mes a mes estos doce meses que dentro de unas horas, espero que me de tiempo a terminar, morirán para dar paso al nuevo año.

Enero 2016.
La puesta de sol que os he colocado al principio es del mes de enero.
En este nes tuve la suerte de realizar un paseo por tierras segovianas buscando románico, que lo hay y muy bueno, y la última iglesia que encontramos está cobijada entre los muros del castillo de Turégano.


Los insectos son una de mis pasiones fotográficas, pues no soy entomólogo, y no se me la mayoría de los nombres de los que se me cruzan a menudo en cualquier paraje de nuestra península.


Pero de este, mi insecto preferido, si me acuerdo: una Empusa pennata, fotografiada sobre una santolina común en Guadarrama.

Febrero 2016.
Febrero comenzó como enero con unas tardes maravillosas.


Esto de vivir a cien metros del campo aporta la ventaja que, al ver cambiar el cielo desde el despachito, te permite coger las cámaras y obtener unas fotos buenas de las puestas de sol y a la vez disfrutar más de ellas que si vives en la ciudad.
Las visitas al Real Jardín Botánico de Madrid, son siempre espectaculares, sea cual sea la estación del año en que lo visites.


Las camelias son flores de invierno, aparecen cuando los días alargan pero aun son fríos. Su único problema es que ante el agua y las heladas pierden la belleza de sus flores.

Marzo 2016.
Aunque arácnidos se pueden ver durante los meses de frio levantando cualquier piedra que les sirva de cobijo, en marzo cuando las temperaturas suben algo comienzan a aparecer por nuestros campos.


La Golden que veis ahí sentada, está esperando que le tire la pelota y parece decirme que puñetas estoy haciendo fotografiándola.


De vez en cuando nos la quedamos en casa y salimos a pasear.

Abril 2016.
Las temperaturas comienzan a subir y los días cda vez mas largos, animan a los abejorros de la madera a salir en busca del polen y el néctar ue muchas flores les ofrecen en la ya bien entrada primavera.


Esos dos pétalos negros que veis en la flor son las alas del abejorro, levantadas, mientras liba.
La reproducción va inherente a los genes de cualquier animal que pueble la tierra. El gen de la supervivencia en la continuidad de la especie lleva en estas fechas a las copulas de cualquier tipo de insecto.



En este caso dos moscas, la segunda esta totalmente desenfocada, realizan el acto supremo para la conservación de su especie. La hembra colocará los huevos fecundados y en unos días nuevas criaturas poblaran el bosque.
Se despide abril con cielos revueltos y de nuevo una puesta de sol, completamente diferente a las demás, enmarca un horizonte cercano.

No quiero que mis fotos digan otra cosa que lo que la Naturaleza me enseña y mis ojos disfrutan. Son sentimientos que en ese momento solo son capaces de ser trasmitidos si tienes alguien al lado.

Mayo 2016.
Ha llovido y los campos en agradecimiento están con unos rincones maravillosos a la vera de los caminos, como estas margaritas silvestres aprovechando un hueco entre los sembrados de cereales y los terrenos duros que pisamos.



Otra excursión por la provincia de Segovia en compañía de una persona que es una gran acompañante y amigo, Luis. Esta vez el cauce del Duratón y los buitres son objetivos en el punto de mira, pero no se pueden dejar de lado las hermosas iglesias románicas de esta zona, como la de San Frutos encima de los acantilados que ha ido haciendo el río.



La rosaleda esta en su máximo esplendor. Gran cantidad de rosas distintas pueden observarse y olerse, aunque últimamente el olor es algo que poco a poco va desapareciendo.



Estas rosas de origen frunces se llaman Florián.

Junio 2016.
Junio comienza con una excursión con grandes compañeros de la fotografía de insectos. Yo le he enseñado tirarse al suelo sobre la barriga para fotografiar cualquier cosa y ellos me enseñan todos los días de insectos y arañas, instruyéndome en mi ignorancia.



Con ellos descubrí esta maravilla, que para no meteros nombre largos latinos llamaremos simplemente duendes.
El Botánico de nuevo. Una malva florece esplendida al lado de uno de los paseos.



Para muchos pasan desapercibidas, pero siempre que voy, y están en flor, las fotografió, aunque lo haya hecho la semana anterior. Es una de las flores de temporada mas bonita.



Junio termina con un maravilloso descubrimiento: San Pedro de Arlanza, allá por las tierras del sur de Burgos, un antiguo cenobio, que como muchos en nuestro país, ha desaparecido por culpa de una mala interpretación de la recaudación publica y por el abandono de ellos después de la desamortización de Mendizábal.

Julio 2016.
Julio llega con otra visita a un monumento que no me importaría mirar todos los días: San Pedro de la Nave, en la provincia de Zamora, salvada gracias a Dios, de las aguas de un pantano, por un ingeniero con visión histórica.



Y como no, el amigo Luis y yo disfrutamos no solo de Sn Pedro, sino también de Moreruela y otros lugares maravillosos.
A mediados de mes una puesta de sol difuminada en el aire.



Sencilla, parece un ensayo de acuarelas en el cielo. ¿Por qué me gustará a mí mirar tanto el cielo en todos sus aspectos?



Esta mariposa, para mí una verdadera belleza, se llama Heliothea discordaría y no se si lo de “discordaría” no será porque no está de acuerdo con lo que los humanos estamos haciendo con sus hábitats, contaminando todo.
Julio termina con un paseo por la presa de la Jarosa, en una tarde fresca y con poco aire que deja reflejar, a forma de insinuaciones, los árboles de la orilla y los del monte.



La Jarosa es uno de mis lugares de caza fotográfica y un lugar donde meditar y disfrutar de un paisaje excepcional.

Agosto 2016.
Agosto comienza con una excursión a la Boca del Asno, en la cara norte del Sistema Central y en las orillas del río Eresma.



La cara sur está ya seca, pero la norte conserva el frescor y una floración maravillosa que reúne a multitud de insectos de todo tipo. Fotografiamos a placer mariposas, abejas, avispas, como la de la foto que parasita a otros insectos, etc. etc.



Agosto continua con sorpresas y el amigo Julio, un pedazo de pan con un humor negro genial, me regala una maravillosa reproducción de una Empusa pennata.
La tengo colocada en la librería frente a mí. A mi nieto creo que no le hace mucha gracia, pero ya crecerá.
El mes de agosto esel mes de las achicorias. Una planta tan fea, por el contrario, da unas flores preciosas que nos acompañaran hasta bien entrado el otoño. 


Son el lugar donde arañas e insectos combatirán a muerte para seguir adelante.
Cuanto mayor numero de flores más posibilidades de supervivencia.

Septiembre 2016.
Comenzó el mes de septiembre con un agradable paseo en compañía de José, un magnifico contador de ciencia, por las inmediaciones de La Barranca a los pies de la Maliciosa para ver las ultimas mariposas de altura y observar este confiado petirrojo que me dejo acercarme a él bastante.



A mitad de mes, con el maravilloso grupo de San Lorenzo de El Escorial, estuvimos en unas lagunas cercanas a Zarzalejo, que aun disponían de algo de agua, y allí encima de un cardo en mitad de la pradera encontré esta pequeña Ameles.



Es una satisfacción enorme encontrarte con esos ojitos diminutos mirando fijamente desde lo alto del cardo.
Cuando volvimos a pasar a la vuelta ya no estaba.
Septiembre se despidió con una puesta de sol curiosa. Una banda de nubes delimitaba perfectamente los dos cielos posibles.



Las nubes parecían estar quietas, sin avanzar hacia ningún lado y absorbiendo a lo largo de unos 15 minutos todas las tonalidades que el sol y la atmosfera querían enseñar.

Octubre 2016.
Ya están aquí, con todo su esplendor los “Tapa culos” o escaramujos de las plantas rosáceas. Indican ya la proximidad de las primeras heladas si el tiempo viniese como debía, pero este año ha sido extraño en cuanto a temperaturas y lluvias. 



Me encanta observarlos. Siempre digo que son las flores delotoño de las praderas.
Otro viaje fantástico a dos horas como mucho de la capital de España: Santa María de Melque.
Iglesia de estilo visigótico conservada de una forma maravillosa a través de mil años o más de historia. 



Puede ser que fuese construida hacia final del S. VII o quizás algo más tarde, pero son un montón de siglos resistiendo a la naturaleza y sobre todo al hombre.
Los plátanos del jardín de casa ya dicen que quieren comenzar a dormir. Las últimas hojas penden como estandartes de un otoño que va a acabar, para dejar dentro de muy poco, paso al viejo invierno con sus fríos y sus hielos.


Esas hojas han cumplido primero su misión de realizar la transformación de luz en energía y ahora, pasado ya siete meses desde que empezaron a trabajar, devuelven al árbol sus nutrientes para que este los aproveche durante el invierno.

Noviembre 2016.
Este mes empieza con una bonita puesta de sol, llena de contrastes. La foto que de ella coloco es intermedia y los cielos con un sol ya muy bajo en el horizonte y muy al sur, adquieren tonalidades como las que veis con nubes altas.


Otra vez en el Real Jardín Botánico de Madrid. Los mayores vamos mucho a buscar su belleza y su tranquilidad. Solos o acompañados siempre esta lleno de contrastes, como el que produce a última hora de la tarde este  Amelanchier lamarckii. El nombre lo sé porque los fotografío siempre.


Pero son preciosas sus hojas con esas tonalidades ya en un otoño que ha discurrido en dos de sus tres partes.
Noviembre se despide de mi con las hortensias del pozo en su segundo esplendor. 

Ha pasado el tiempo de la semilla y da la sensación que, en su vejez, la flor tiene ahora tiempo para pintarse algo la cara. Este año no las he cortado porque el amigo Javier, de la tertulia de los martes, me dijo que las dejara para disfrutar en esta época de ellas. Y así lo he hecho y me alegro.

Diciembre 2016.
Diciembre comienza con una bonita y neblinosa excursión a Aranjuez.



Llegamos con una mortecina niebla que parecía que iba a levantar y al final no fue así, pero con niebla o sin ella el Tajo tiene innumerables rincones a lo largo de su recorrido por sus vegas y por los palacios.
Y diciembre, al que no he podido dedicar muchas horas fotográficas termina igual que empezó, con una maravillosa puesta de sol. 


Da la sensación que al sol le da pereza acostarse y los cielos medio despejados y con nubes bajas adquirieron esos tintes maravillosos.
--o0o--
Aquí termina este paseo de doce meses.
Para el año que viene os deseo lo mejor y que los días venideros en el os traigan alegría y bienestar. Pero sobre todo Paz, de todos los tipos posibles.

FELIZ 2017

Antonio

jueves, 29 de diciembre de 2016

Flores con poesía CCXCI: Tiniebla

Nace el poeta que traemos hoy en Madrid en mil ochocientos noventa y cuatro.
En esta ciudad estudio bachillerato y posteriormente ingresó en su Universidad a estudiar Medicina, carrera que no llego a terminar.
Ingresa en el ejército como soldado y es destinado a África.


Allí tendrá tiempo de observar un mundo nuevo que influirá de algún modo en el pensamiento de Antonio Espina García.
De regreso a la península se olvida de la medicina y pasa a ocuparse de la literatura en muchas de sus ramas y a la política, adhiriéndose al partido de Manuel Azaña, llegando a ser gobernador de Avila y cuando estalla la Guerra Civil lo era de Mallorca, donde fue detenido.
Consigue exiliarse después de haber sido condenado a muerte y vivirá en Méjico hasta mil novecientos cincuenta y tres.
Antonio Espina, toco todos los temas literarios, novela, ensayo, poesía, periodismo, habiendo colaborado tanto en periódicos y revistas de la época de Primo de Rivera y la República como tras su vuelta a España después de la guerra.
Como poeta, que es lo que nos interesa, Antonio Espina, consigue trasmitir a través de una gran imaginación con ese humor típico de la capital de España.


Sus poemas, a veces trágicos, están escritos sin musicalidad, pero consigue trasmitir con gracia. Se compara su poesía con la de Ramón Gómez de la Serna.
El no quiso nunca que lo encasillaran en la generación del 27 y se considero un poeta libre de ataduras.
Murió en Madrid en mil novecientos setenta y dos.
Os dejo un poema que tiene gracia y a la vez critica.


TINIEBLA

Ronda el diablo la placida estancia,
el diablo de la cola encarnada...
La hora se extiende en abismos,
en sensuales lengüetas de llamas.
Que no pase el rojo Poniente encendido.
¡Cerrad las ventanas!


Que la nieve resbale en el vidrio,
que la vida sonría en la escarcha
o en las formas sin forma del viento,
o en el drama sin fondo del alma.
La lucha por fuera, descanso por dentro.
¡Cerrad las ventanas!


¡Cerrad las ventanas!
que no entren amores ni glorias,
irónicos gestos de la mueca humana;
solo quiero en mi estancia
silencios y sombras.
¡Cerrad la ventana!
--o0o--


Espero que os haya gustado
Sed felices.

Antonio

jueves, 22 de diciembre de 2016

Reflexiones tras dos viajes en metro y un bocadillo de tortilla.-

Reflexiones tras dos viajes en metro y un bocadillo de tortilla.
Ayer, al coger el metro y entrar en el vagón, me encontré de bruces con una guitarra que acompañada por un estridente altavoz intentaba interpretar unos acordes que las manos que la tocaban no eran capaces de compaginar con la música.


Mire a la cara a la que conducían aquellas manos y me di cuenta que aquella persona debía tener la misma edad que yo y estaba allí porque no podía hacer otra cosa. Y sentí pena, pero no una pena de compasión, no, una pena profunda por una sociedad que navega cada vez mas y mas dispersa y con modos egoístas.
Me dejó marcado. Tuve la sensación que un cardo rasgaba mi interior y me clavaba sus pinchos.
Y a la vuelta una flauta intentaba interpretar fragmentos de las Cuatro estaciones de Vivaldi transformándolas en todo, menos en lo que realmente eran, acompañadas por una especie rara de aparato que producía una música algo metálica.  Y mire también a los ojos de aquel hombre, también mayor, y pude comprobar la angustia. Y volví a sentir pena, pero no por el hombre que ya la lleva consigo permanentemente, si no por la indiferencia que había en el vagón. Solo una señora seguía con atención la pobre música que salía de aquellos labios a través de la flauta.
Y lo que me termino hundir moralmente fue que el único euro que llevaba en el bolsillo, me lo había gastado en un mísero bocadillo de tortilla, que ya había empezado, y que envolví de nuevo en el celofán y lo guarde en el bolsillo, para que el delgado flautista no me viera comérmelo.


A mí no me hacía falta haberme comprado aquel bocadillo y a aquel flautista le hacía falta no solo el bocadillo, sino también el euro.
Si, ya se que cada uno de nosotros no podemos ser el estado o una sociedad benéfica, pero deberíamos pensar mas y no escurrir el bulto, hacia dónde camina una sociedad cada vez más injusta con los que no han tenido suerte, con los que les falta lo esencial. Y no queremos mirar porque en el fondo tenemos pánico que nos pase lo mismo que al guitarrista o al flautista; tenemos miedo, creo que esa es la razón fundamental. Por lo menos a mí, y no me asusta decirlo, me da pánico tener que coger un instrumento o un cartel y ponerme a pedir por la calle.


Y aunque se sabe que entre todos ellos hay mucha mafia y mucho pedigüeño ficticio que se aprovecha de la miseria de los demás, lo cierto es que en muchos ojos se ve el sufrimiento y la miseria.
Y pienso, que de aquí en adelante, cuando pase por el puesto de bocadillos a un euro de la estación del metro, me vendrá siempre a la memoria el flautista y el bocadillo guardado en el bolsillo.
Sed felices.

Antonio

lunes, 19 de diciembre de 2016

La biblioteca y yo

Estoy solo en casa.
Solo la música del Mp3 me hace compañía. Se van sucediendo una tras otra las distintas entradas de música clásica, Haydn, Mozart, Chopin… Son como una especie de reloj, cada una va marcando las horas, cada una a su ritmo, cada una expresando sentimientos distintos, pero en el fondo todas, absolutamente todas, son las más bellas ecuaciones matemáticas que jamás se pudieron escribir.
El romanticismo de Listzt suena ahora. El piano parece querer transportarte por encima de las olas en una melodiosa composición dedicada a Venecia y Nápoles.
Mientras esto sucede en los intrincados laberintos de transistores del aparato, me voy fijando en mí alrededor. 


La librería está algo desordenada, pero me da una pereza enorme meterme  a colocarla en condiciones, entre otras cosas por el polvo que los libros acumulan y que mis pulmones rechazan.
Un vagón de tren, sigue guardado en su caja esperando que mis manos lo coloquen sobre la vía y comience a andar en su viaje por el país de Liliput.


La Empusa pennata metálica que me regalo Julio sigue mirándome con sus patas delanteras alargadas como si quisiera agarrarme como a cualquier otro insecto.
Un antiguo GPS, de aquellos primeros que había que meterles el mapa, duerme plácidamente entre los libros de uno de los estantes haciendo ver que los sujeta.


Las dos brujas que penden de las estanterías me miran con cara de lo que son. Una navega por los estantes encima de su escoba y la otra parece danzar un baile macabro. Le iría fenomenal tener al lado la olla donde preparar los mejunjes mágicos con los que poder hechizar a todas las bellas Blanca Nieves existentes en el mundo.



La colección de CDs están ahí, quietos, seguramente celosos que un aparato tan pequeño contenga tantos de ellos en su memoria. Estan todos juntos, pero cada uno en la soledad de su caja esperando que llegue el momento de poder vomitar todo lo que llevan en su interior.


Los abuelos, parecen querer decirme desde su retrato del día que se casaron, que la soledad que siento ahora mismo, aquí en la habitación solo, es una cosa temporal. El abuelo era alto, con bigote, un gran vividor. La abuela era pequeñita, la recuerdo siempre vestida de negro, con aquellos zapatos grandes, sentada en el silloncito rojo haciendo ganchillo mientras rezaba un eterno rosario que a mí me parecía no acabar nunca.


Tengo que arreglar la estantería del equipo de fotografiar. Es un desastre. Tengo que organizar que todo este más ordenado, mejor colocado, pero es difícil pues nada es lo suficientemente recto como para poder sostenerse por si solo.
Hay una estantería que siempre me da pena mirarla y es la de los grandes libros que se utilizan muy pocas veces. Tratados de música, de mi mujer, geografías de muchos países del mundo, la mayoría de las cuales se quedan atrasadas nada más salir de la imprenta, y que muchas veces son regalos que ya se habían regalado.
Y en lo alto los libros de arte, de románico, pintura, y aquellos que a mí me gusta ojear de vez en cuando.


Y encima de todo ello una enorme hilera de álbumes de fotografía que desde mis orígenes hasta ahora me han acompañado siempre.
Me quedo un rato mirando todo ello, la mesa, la habitación y miro por la ventana y veo a la luna, desdibujada en medio de la claridad del firmamento, allí arriba en mitad de un cielo azul y radiante;  medito.
Y de repente me doy cuenta que no estoy tan solo, que infinidad de escritores, músicos y artistas me acompañan. Que mis hobbys están conmigo y mis antepasado y aquellos que vienen detrás mío también.


Miro de nuevo por la ventana y me doy cuenta de que la luna ya no está ahí, pero yo la he inmortalizado en una foto desde aquí mismo donde estoy escribiendo.
No, no estoy solo, la biblioteca es mi compañera todos los días, pero tengo añoranzas y quizás por ello os cuento todo esto, que a lo mejor no le importa a nadie, en un instante de soledad.
Sed felices.

Antonio