lunes, 31 de diciembre de 2012

FELIZ AÑO 2013.- De enero a enero



Como todos los años llega por fin el día en que cambia el ultimo dígito. Desde hace generaciones se viene representando estos días como un anciano que da paso a un bebe en pañales. Año tras año, es motivo este día para felicitar los trescientos sesenta y cinco que vienen a continuación.
Cuanto mas duro es el año que se acaba, mas felicidad se desea. Y este, con mucho, ha sido para muchísimos en todo el mundo y en nuestro país, un año durísimo. Y espero que, el bebe que nace dentro de unas horas venga con el pan debajo del brazo para todos esos muchisimos que lo están pasando mal.
Como siempre mi felicitación tiene que ir acompañada de algunas fotos.
Os he puesto una elegida al azar unas y elegidas otras, especialmente la de enero y diciembre y como no la del mes de mayo, con un maravilloso lugar llamado Loarre  que descubrí  ayudado por alguna que otra alma caritativa que me guió en esa excursión.
A todos, sin dejar a nadie fuera, quiero agradeceros vuestra paciencia con mis paginas puestas en el blog, a los comentarios bien recibidos que alguna noche se me escapan y a la paciencia que mas de uno tiene conmigo.
Este año a través de esta maravillosa pantalla, que desde cine a enciclopedia sabe de cualquier cosa, he aprendido ::), XXD etc. etc. de los que de vez en cuando me habéis explicado. Y he aprendido de románico, mucho; de amistad, de viajes, de arte, de España, de navegación, de humor...  Y todo gracias a los que estáis ahí detrás ofreciéndonos tanto trabajo y tanta sapiencia.
Gracias a todos, a los que dais y a los que recibís con paciencia y a todos un DOS MIL TRECE maravilloso.
Os voy a colocar como ultima foto la mesa que ha preparado mi mujer para recibir el año que entra. Allí al fondo, junto a mis libros, estaré yo; las diecinueve personas restantes que se van a sentar en ella representan a cuatro generaciones, empezando como no por mi madre.
Cuando levantemos nuestras copas para brindar os prometo que brindare de corazon con todos vosotros.

Antonio
 
 
MES A MES DE ENERO A ENERO





 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 





 
 
 

sábado, 29 de diciembre de 2012

FLORES CON POESIA XXXI.- Las ropas desceñidas

 
 
 
 
 
Nuestro personaje de hoy nació en Sevilla en el año de mil ochocientos treinta y seis. Huérfano a edad temprana, primero de padre y luego de madre, fue acogido por una tía suya que le inicio en la lectura. Comenzó sus escarceos literarios con artículos que publicaban tanto periódicos y revistas de Madrid y Sevilla.
En mil ochocientos cincuenta y cuatro, es decir con dieciocho años, se traslada a Madrid para intentar triunfar en la literatura, llevándose su primera gran decepción y se acoge a la vida bohemia.
Una tuberculosis aparece en su vida y será la causante de su muerte años después.
Autor teatral, lirico, periodista, narrador, Gustavo Adolfo Bécquer, cuyo verdadero nombre era Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, fue poeta del romanticismo tardío, podríamos decir que precursor de un modernismo incipiente.
He querido traer unas palabras suyas para indicar las formas de la poesía:
 
 
 
“La primera tiene un valor dado: es la poesía de todo el mundo. La segunda carece de medida absoluta; adquiere las proporciones de la imaginación que impresiona: puede llamarse la poesía de los poetas. La primera es una melodía que nace, se desarrolla, acaba y se desvanece. La segunda es un acorde que se arranca de un arpa, y se quedan las cuerdas vibrando con un zumbido armonioso. Cuando se concluye aquélla, se dobla la hoja con una suave sonrisa de satisfacción. Cuando se acaba ésta, se inclina la frente cargada de pensamientos sin nombre. La una es el fruto divino de la unión del arte y de la fantasía. La otra es la centella inflamada que brota al choque del sentimiento y la pasión”
 
La obra de Gustavo Adolfo Bécquer, se conoció fundamentalmente por su amigo Casado del Alisal, quien el día de su entierro y pensando en la viuda y en los hijos decidió recopilar y publicar las obras de Bécquer.
Podemos citar entre otras a parte de sus Rimas, Las cartas literarias a una mujer, Cartas desde mi celda, el Libro de los gorriones.
De sus leyendas, innumerables, El caudillo de las manos rojas, El monte de las ánimas, Maese Pérez, el organista etc.
Como autor teatral La novia y el pantalón, El carnaval etc.
Gustavo Adolfo Bécquer murió en Madrid, el año de mil ochocientos setenta, donde fue enterrado, si bien sus restos fueron trasladados posteriormente a Sevilla al Panteón de Hombres Ilustres.
Os dejo con su rima XV, que lleva por titulo el primero de sus versos: Las ropas desceñidas.





 


RIMA XV.- LAS ROPAS DESCEÑIDAS...

 
Las ropas desceñidas,
desnudas las espaldas
en el umbral de oro de la puerta,
dos ángeles velaban.
 
 
Me aproxime a los hierros
que defendían la entrada,
y, de las dobles rejas en el fondo,
la vi, confusa y blanca.
 
 
La vi como la imagen
que en leve sueño pasa,
como un rayo de luz tenue y difuso,
que entre tinieblas nada.
 
 
Me sentí de un ardiente
deseo llena el alma:
¡como atrae un abismo, aquel misterio
hacia si me arrastraba!

 
Mas, ¡ay!, que de los ángeles
parecían decirme las miradas:
<<¡El umbral de esta puerta
solo Dios lo traspasa!>>
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Espero que os haya gustado. Quizas no sea la mas conocida, pero a mi me ha gustado siempre.
Buen día a todos. Sed felices.
Antonio

ESTATUAS Y MONUMENTOS DE MADRID IV.-Estatua de Goya en el Museo del Prado


  

 



En la calle de Felipe IV, cuando inicia su subida desde el paseo del Prado, a mano derecha existe una entrada al museo del Prado desde dicha calle y según se bajan las escalinatas uno se encuentra con la estatua a Goya.
Por la importancia del personaje, quizás, la estatua este en un lugar poco apropiado, fuera de la esfera de los grandes, como son Velázquez y Murillo que ocupa una posición privilegiada. Por lo menos está Goya mirando al museo.
Esta estatua fue realizada por Mariano Benlliure a lo largo de mil novecientos dos.
Ha estado ubicada en distintos lugares de la capital de España y hoy mira sus cuadros desde las afueras del museo.
Se compone el monumento de tres piezas bien definidas mas una peana inferior de ajuste a las escalinatas donde se haya enclavada.
Sobre un prisma de granito se asienta la estatua que representa a Goya, bien conseguida, vestido con la indumentaria de la época y con su genio reflejado en el rostro. Vestido a la usanza de su época sostiene en su mano izquierda y apoyándolo contra su pecho un sombrero a modo de saludo y en la derecha un baston sobre el que se apoya.
Justo debajo de la estatua de bronce, en el pedestal prismático existen las fechas de nacimiento y muerte del pintor así como el año en que fue ejecutada la estatua por Benlliure y el apellido del pintor.
Bajo el y a forma de homenaje, sobre un bloque de mármol están esculpidas distintas representaciones de la pintura de Goya, sobre todo de sus pinturas negras, rostros de los fusilamientos  y en la parte inferior la Maja desnuda.
Es un monumento para detenerse ante  él unos minutos y recapacitar sobre la obra de Goya antes de ver sus pinturas en el interior del museo.

Os dejo con las fotos.











































Sed felices. Hasta pronto.
Antonio

jueves, 27 de diciembre de 2012

ADIOS AL OTOÑO.- Hojas de los robledales de El Escorial

 





Ayer estuvimos andando un rato por las cercanías de la Silla de Felipe II en El Escorial. Pensé que iba a encontrar más gente paseando, pero el día gris y frio no invitaba; el silencio en el monte era una delicia, solo roto de vez en cuando por una leve ráfaga de aire que presagiaba una lluvia que llegaría mas tarde. Fuimos a despedirnos del otoño. Las últimas hojas estaban intentando prolongar su estancia en el árbol deseando poder seguir contemplando las maravillosas vistas de  Abantos y los montes escurialenses. Sus compañeras, caídas ya en la propia  alfombra a tejer, no entorpecían su visión.
 
 
 
 
 

Hojas, siempre hojas que marcan el paso del tiempo. Relojes nuevos todos los años que nos marcan poco a poco con horas de color el paso de las estaciones. Hojas de arboles que eternos viven al sol y duermen en los fríos del invierno. Me gusta fotografiarlas; son todas iguales, pero cada una tiene su personalidad. Su estatus dentro de las jerarquías del árbol. Las ultimas en abandonarlo, las más fuertes, las más arraigadas.
 











 
Los robledales eran una mancha gris del tono de las ramas, salpicadas de vez en cuando por motas amarillas y quizás alguna aun verde que les daban color. Allá abajo, el monasterio y antes los prados verdes de un campo de golf jugando con ellos a estampar el paisaje. De vez en cuando, en mitad del robledal, una mancha de verde oscuro, pequeña, dejaba a la vista un enebro que la naturaleza espontáneamente ha colocado en el lugar.
 

 
 
 
 
 
 

Y contrastando con el robledal, en las faldas de Abantos y San Juan, los pinos dejan su otro tono verde, distinto, casi azulado en la distancia pareciendo querer señalar las pequeñas manchas blancas de la nieve que aún queda de la semana anterior.










Todo es paz a nuestro alrededor. Silencio que no nos atrevemos a romper porque en ese momento no hace falta. Las rocas, engalanadas ya con sus mantas de invierno, de un verde rabioso, y los arboles con sus manguitos de líquenes grises nos acompañan; parece que nos persigan en nuestro paseo.








 
Unos con formas enrejadas parecen querer obligarnos a no traspasar el lugar; como cárceles naturales donde las ramas son las rejas; otros, rasgados por un animal o por la mano del hombre, resisten el embate del tiempo; aquellos, que refugiados en sitios más cálidos de la espesura, son como faros encendidos de tonos verdes y amarillos.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Llegamos a una tapia de piedra y desde allí, respetando lo que ella significa, nos dimos la vuelta a contemplar el paisaje. Delicioso. Suave y brusco a la vez. Y en cada árbol una hoja o dos, nos recuerdan que el invierno está a punto de llegar y que debemos despedirnos del otoño. Un otoño que ha pasado rápido, veloz, casi sin darnos tiempo a empaparnos de él. Y mañana, cuando lleguen las fuertes heladas invernales y las verdaderas nieves, lo echaremos en falta, por su calidez y su color. Tendremos que esperar cuatro meses para que aquí mismo el tono gris desaparezca dando paso a la vida nueva que surge cada primavera….
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Nada más. Espero que os hayan gustado. Sed felices
Antonio


FLORES CON POESIA XXX.- El suspiro de amor






Nuestro poeta de hoy nació en Bayona, Francia, en mil ochocientos quince; hijo natural de un militar andaluz y una guipuzcoana. Estudio en su juventud bajo la dirección de Alberto Lista en un colegio de Madrid y a los quince años fue a Paris a estudiar pintura. Allí conocería a personajes de la talla de Fernández Moratín y Godoy.

Romántico empedernido, fundó en Madrid la revista El Artista junto con su amigo, y posteriormente cuñado, Federico Madrazo. Esta revista estaba destinada a proclamar le romanticismo y defenderlo de los clasistas.





Fue escritor polifacético que escribió obras de teatro, narrativas y poesías. Fue político y en la administración ocupo cargos relevantes, llegando a ser Director General de Instrucción Pública. Académico de la Española en 1847, fue condecorado con la Gran Cruz de Isabel la Católica y de Carlos III. Así mismo, fue encargado de difundir en Francia los grandes maestros de la literatura castellana. Estamos hablando de Eugenio Ochoa.

Sus obras de teatro son: Incertidumbre y amor, Un día y un año y Un día de 1823. Como gran narrador que fue podemos destacar sus novelas Los guerrilleros, Auto de fe, Luisa o el castillo de los espectros, etc. Sus poesías están recogidas en un libro titulado Ecos del alma, y de ellas os doy hoy a leer esta titulada El suspiro de amor.

Eugenio murió en Madrid en mil ochocientos setenta y dos.













EL SUSPIRO DE AMOR



Era la noche: debajo
de la gótica ventana
de su hermosa castellana
suspiraba un trovador;
y al lánguido son del arpa
así cantando decía:
- vuele a ti, querida mía,
este suspiro de amor.








La noche encumbre la tierra;
rugen, ¡ay!, los aquilones:
sólo miro tus balcones
del relámpago al fulgor;
tú tal vez del sueño gozas
olvidándome en tu lecho,
mientras exhala mi pecho
por ti un suspiro de amor.








Ven, ¡oh hermosa!, no hay ninguno
que te adore cual te adoro:
yo he lidiado con el moro
en los campos del honor;
a mi lira no hay ninguno
que le exceda en armonía,
y continúo el alma mía
por ti suspira de amor.








Yo triunfé de los valientes
en las Justas del Viseo:
tú eras la reina del torneo
y premiaste al vencedor:
suspiraste cuando  en lauro
coronabas mi cabeza:
¿fue un suspiro de tristeza
o fue un suspiro de amor?




De mi amargo desconsuelo
ten piedad, querida mía;
oye el canto que te envía
tú rendido trovador:
yo tan solo a ti adoro,
yo por ti, mi bien, respiro;
por ti mi postrer suspiro
será un suspiro de amor.







Se abrió entonces el balcón
y suavísima se oía
una voz que respondía
a la voz del trovador:
el calló; lánguido luego
de la gótica ventana
de la hermosa castellana
salió un suspiro de amor

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Espero que os haya gustado. Perdonad posibles errores y mala paginacion pero los cambios de ordenador me llevan por el camino de la amargura.
Buenas día a todos.
Como siempre,  sed felices
Antonio