Fotografiar insectos e intentar saber cómo reaccionaran ante mi cámara es una sensación fantástica que además invita a sumergirte en meditaciones trascendentales de lo infinitesimal y lo infinito.
De la pequeñez de un mosquito o una mosca enana a las grandes mariposas o a las terribles y beatas mantis religiosas hay una evolución increíble. ¿Cómo? ¿No os habéis preguntado cómo han podido suceder esos cambios en la evolución? Imaginaros de repente una mosca que decide convertirse en abeja ¿Cómo seguiría adelante? ¿Con quién se emparejaría para perpetuar la especie?
Y ahí están todos esos insectos dejándose ver, unos más confiados que otros y algunos incluso posando, como si estuviesen dispuestos a engañarnos y obsérvanos ellos a nosotros ¿Por qué no?
Me imagino al hombre dentro de diez mil años, si es que no se destruye antes, completamente evolucionado y con un ordenador personal en el cerebro. ¿Llegaremos a eso? Ojala no.
Aquí os dejo con unos seres pequeños que nos ganan en un montón de cosas pero sobre todo en una que el hombre por sus propios medios aun no ha podido volar.
Vamos con las fotos: ¿ Evolución o casualidad?
Aquí os dejo. Pensad si realmente hay evolución o casualidad.
Sed felices.
Antonio
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