Nuestro poeta de hoy, hijo de un fabricante de velas, nació en el año de mil quinientos treinta y cuatro. Estudioso y con facilidad para el aprendizaje, estudió letras humanas en Sevilla, su ciudad natal, en un estudio conocido como de San Miguel.
Ingreso en seminario pero nunca llego a ordenarse sacerdote.
Contertulio en muchas asociaciones poéticas y tertulias literarias, Fernando de Herrera fue sobre todo seguidor de la que se realizaba en la casa del conde de Gelves, su protector, donde compartía espacio y tiempo con escritores y poetas como Pacheco, Lara, Alcázar y otros, y fue allí donde conoció y se enamoro locamente de Dª Leonor de Milán, condesa de Gelves, a la que dedico la mayoría de su poesía, en un amor platónico nunca correspondido.
Fue la cabeza poética de la escuela sevillana y se le conoció por el Divino.
Su poesía es preciosa, rítmica, con un ritmo fantástico y una musicalidad maravillosa; humana hasta la saciedad, supo encontrar Herrera la forma de expresar los acontecimientos de forma magistral.
Toco todos los tipos de poesía clásica de la época desde canciones a sonetos. Lanzó hacia adelante a la poesía castellana.
Entre sus obras destacar el poema trágico Los amores de Lausino y Corona, la biografía de Tomas Moro, El robo de Proserpina, La Gigantomaquia, Guerra de Chipre y la batalla de Lepanto etc.
De esta última os he copiado un soneto titulado Por la victoria de Lepanto en el que ensalza a las tropas españolas y a Don Juan de Austria.
Murió Herrera a la edad de sesenta y cuatro años en el año de mil quinientos noventa y siete.
POR LA VICTORIA DE LEPANTO
Hondo Ponto, que bramas atronando
con tumulto y terror, del turbio seno
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