domingo, 13 de enero de 2013

LOS COLORES DEL INVIERNO I.-






¿Quién dice que el invierno no tiene colores

 




Cuando en una pileta de un parque veo reflejarse el cielo azul y las ramas de los árboles y un rayo de luz penetra en la misma dándole tonos, se que el invierno tiene colores.






Y cuando los escaramujos  de las rosas, entrado ya el mes de enero presentan sus colores rojos fuertes y están comenzando a  ennegrecer; y florecillas blancas de la siempreflora  se esparcen alrededor de la planta, se que el invierno tiene color.











Cuando un pajarillo se posa sobre las ramas plateadas de un frutal o se cuelga de las semillas de una Sophora Japonica  para comer, como si de un trapecista circense se tratase, con su cabeza negra como el carbón y sus plumajes verdes, grises, blancos y amarillos, se que el invierno me está enseñando sus colores.















O cuando de un rosal en el que apenas quedan hojas sale una maravillosa  rosa, como la  Pompón de París que veis  aquí, tiñendo de color su contorno muerto y lleno de espinas, de hojas verdes y amarillas, de troncos  verdes o morados, o incluso plateados en su sequedad,  se que el invierno tiene color.















Y esos arbustos que no quieren perder sus hojas, y las van tiñendo de distintos colores como si quisieran imitar un arco iris, unas verdes, otras amarillas y las que más rojas, como si por delante de  ellas pasase un amorcillo, me indican que el invierno tiene color.

 














Cuando las hojas prácticamente bañadas en oro de un Quercus Pubescens, una especie de roble de los Pirineos españoles,  brillan con extraordinaria fuerza y un álamo se levanta hacia el cielo con sus brazos plateados resplandeciendo al sol, o las hojas afiladas de los pinos se tornan del color del caramelo, se que el invierno quiere enseñarme sus  colores.















O esos plumeros maravillosos de un Miscanthus cualquiera que parecen querer imitar  al contraluz las joyas de una dama de cabaret y sus bailes al son de los vientos fríos que recorren nuestras tierras en estos días de invierno, dejándonos en ellas joyas maravillosas de color. O los colgantes de frutos que albergan sus semillas esperando la llegada de la primavera para germinar. que parecen salidos de un joyero oriental

 












 






 

Son los colores del invierno. Los colores de una naturaleza apagada que estallará en una sinfonía esplendorosa después de los ensayos corales invernales.
Las fotos que os he ido mostrando  son una muestra de los colores del invierno que he fotografiado en esta mañana de sábado en el botánico de la capital.
 
Espero que esta presentación os haya gustado
Nada mas, Sed  felices.
Antonio

1 comentario:

  1. Lo acabo de ver. Para que después digan que el invierno es gris. Esos primeros planos te quedan fantásticos, con una flor, un fruto, una rama o un pájaro como únicos protagonistas, tienen un punto icónico, como iconos de devoción. ¿Ya has estrenado la cámara que te trajeron los Reyes?

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