miércoles, 20 de enero de 2016

Flores con poesía CCLXVI: Salmo desesperado.-

Nace nuestro poeta en Boal, Asturias, en mil novecientos veintitrés.
Pasa en su pueblo natal parte de su niñez hasta que sus padres se trasladan a Oviedo, donde cursara sus estudios, ingresando en la Facultad de Filosofía y Letras.
Carlos Bousoño terminara sus estudios en Madrid en mil novecientos cuarenta y seis en la Universidad Central, hoy la Universidad Complutense; y en mil novecientos cuarenta y nueve, de la mano de Dámaso Alonso presenta su tesis sobre un poeta vivo: Vicente Aleixandre.



Dámaso Alonso será su amigo a lo largo de toda su vida y entre ambos influirán en la mal llamada generación del 50.
Carlos Bousoño, será durante toda su vida profesor de la universidad madrileña, si bien siempre se le hizo un feo por parte de catedráticos y profesores.
Recibió a lo largo de su vida premios importantes como el Fastenrath de la Real Academia Española en la que entraría como miembro de pleno derecho en mil novecientos setenta y ocho.
La poesía de Bousoño hay que entenderla desde dos posicionamientos distintos: uno su gran religiosidad y el otro sus dudas existenciales y las injusticias, todo ello entendible tras una guerra civil que vivió de primera mano. De ideas derechistas, no por ello deja ser un excelente poeta.


Se puede resumir diciendo: Carlos Bousoño es un poeta reflexivo, existencialista, místico, profundo; es un poeta genial.
En la Red encontrarás todas sus obras.
Murió en Madrid en dos mil quince.
Os he elegido un poema que creo que refleja de alguna forma su carácter y su poesía.
Espero que os guste.

SALMO DESESPERADO

Como el león llama a su hembra, y cálido
al aire da su ardiente dentellada,
yo te amo, Señor. Ve a mis dientes
como una dura fruta amarga.


Mírame aquí sin paz y sin consuelo.
Ven a mi boca seca y apagada.
He devorado el árbol de la tierra
con estos labios que te aman.


Venga tu boca como luz hambrienta,
como una sima donde un sol estalla.
Venga tu boca de dureza y dientes
contra esta boca que me abrasa.


Tengo amargura, y brillo como fiera
de amor espesa y de desesperanza.
Soy animal sin luz y sin camino
y voy llamándola y becándola.


Voy oliendo las piedras y las hierbas,
voy oliendo los troncos y las ramas.
Voy ebrio, mi Señor, buscando el agrio
olor que dejas por donde pasas.


Dime la cueva donde te alojaste,
donde tu olor silvestre allí dejaras.
Queriendo olerte, Dios, desesperado
voy por los valles y montañas.
--o0o--


Nada mas por hoy.
Sed felices.
Antonio

No hay comentarios:

Publicar un comentario