martes, 22 de agosto de 2017

El sueño de mi madre y la luz

Son casi las ocho de la tarde. Un sol radiante de agosto está donando sus últimos rayos.
Mi madre dormita en la silla de ruedas. El sol le ayuda a calentar su cuerpo, lo que casi no puede hacer su corazón.


Estoy sentado junto a ella observando la luz que, casi horizontal, ilumina todo con tonos cálidos y brillantes. Se introduce entre los árboles encendiéndolo todo. Los últimos estertores antes de acostarse tras el Alto del León.


Mi madre sigue dormida. Es un sueño reparador de la fatiga que su cuerpo lleva soportando durante mas de noventa y ocho años.
Tomo mi maquina de fotografiar, la tengo al lado.


Quiero fotografiar los contrastes de luz que se dan en las adelfas y el pruno que tengo delante.
Es un brutal contraste entre luz y sombra, como es el contraste entre la vida y la muerte.


El objetivo me permite fotografiar sin moverme del sitio y si lo hago son solo unos pocos pasos los que me separan de ella.
Igual que observo la luz filtrarse por las hojas observo su tranquilo dormitar. La tranquilidad de un sueño reparador que le hace olvidarse de sus achaques y sus dolores, que son muchos.


Muchas veces me pregunto si es justa una duración tan larga de la vida cuando se sufre. Y el sufrimiento no es solo el dolor de una escara, o un ataque de reuma, o una digestión mal hecha, no, hay un dolor moral de personas que han sido activas y ahora dependen para todo de otras personas y una silla de ruedas.


Pero resiste estoicamente.
Esta dormida mirando a la única rosa que está a su alcance.
Cuando despierte y los rayos de luz iluminen la flor, me dirá que la ve.


A la rosa le quedan ya pocos días de permanecer encendida. Pero parece que está resistiendo nada mas para que mi madre la vea.
Y cuando mejor la ve es cuando la luz de la tarde enciende sus colores maravillosos de un profundo rojo que parece las brasas de un fuego apagándose.


La luz, esa luz que ilumina la rosa y deja a los ojos de mi madre apreciarla, traspasa también las flores de la adelfa que están sacando las últimas flores del verano.
Me vuelvo a sentar junto a ella. En silencio. Disfruto de su sueño, de su tranquilidad momentánea; de la luz entre las hojas...
Cuando despierte verá de nuevo la rosa.


Sed felices.

Antonio  

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