lunes, 26 de marzo de 2018

Flores con poesia CCCXIV: A cristo Crucificado Lunes de Pasión


Nace nuestro poeta en Utrera, provincia de Sevilla, en el año mil setecientos sesenta y ocho.
José Marchena y Ruiz de Cueto nació en el seno de una familia adinerada sevillana que en cuanto tuvo edad lo mando a estudiar a Madrid.
En esta ciudad estudio en el colegio San Isidro y posteriormente se traslado a Salamanca donde profeso la carrera de Leyes y Cánones, si bien, después de recibir las ordenes menores se salió del seminario.




Con ideas volterianas empezó a ser perseguido por la Inquisición y decidió marcharse a Francia cuando esta vivía un momento histórico con su Revolución.
Fue condenado a morir en la guillotina, pero Murat le salvo de ella y lo trajo posteriormente a España donde sirvió a José Bonaparte...
José Marchena, fue un afrancesado y cuando Napoleón perdió la guerra tuvo que huir de nuevo a Francia.
Este curioso personaje, fue un gran traductor, periodista, revolucionario, antirreligioso y lo contrario,
Su poesía está entre el Neoclasicismo y el romanticismo que demuestra su forma de vida en busca de la revolución y la cultura.



Volvió a España en tras el golpe del general Riego, muriendo poco después en Madrid en mil ochocientos veintiuno abandonado por todos que lo seguían considerando revolucionario y afrancesado.
Os he dejado hoy copiadas las cuatro últimas estrofas de su poema A Cristo crucificado.
Espero que os gusten.


A CRISTO CRUCIFICADO
(Ultimas cuatro estrofas)

Del Oriente al Ocaso,
en alas de mil ángeles pasea
tu vencedora cruz, Verbo divino;
ni es de hoy más Israel único vaso
de lección, que el altísimo destino
de hijos de Dios nos elevo tu muerte;
con tu sangre la fea
mancilla de la culpa en nos lavaste,
y cual los querubines nos tornaste.
¡Oh gloria sin segundo
al Redentor, al Salvador del mundo,
por quien nos cabe tan felice suerte!


Ya miro el venturoso
que tu cruz santa al orbe hermana
con vínculo de amor indisoluble;
placida caridad, almo reposo
y paz perpetua reinan; la voluble
fraude trago el infierno en su honda sima;
la libertad cristiana
para siempre ahuyentó la tiranía,
y los tiranos bajo quien gemía,
triste, el linaje humano,
derrueca el Cristo con potente mano,
que no quiere que al hombre oprima .


Sí, que nuestra ley santa
es ley de libertad, y los tiranos
en balde se coligan contra el Verbo;
él los quebrantará con fuerza tanta,
cual león que destroza el flaco ciervo,
cual rompe el barro frágil metal duro;
iguales los cristianos
y libres vivirán, siempre sin sustos;
el Cristo reinará sobre sus justos;
el orbe renovado,
de la Sion celeste fiel traslado
será, Señor, bajo tu cetro puro.


¡Cual mi inflamado pecho
ansia ver tu gloria, y las venturas
del linaje humanal que redimiste!
Ya de la edad presente el coto estrecho
traspaso, y veo volar la serie triste
de los males del tiempo venidero,
y las culpas futuras;
mas tu gracia, Señor omnipotente,
desciende, en fin, y tornase inocente
el mundo iluminado
con tu ley, y en tu amor santificado
y despojado del Adán primero.
--o0o--


Este poema contradice el espíritu revolucionario del poeta y su anticlerical forma de ser.
Por lo demás no hay un exceso de palabras difíciles de interpretar , salvo “derrueca” que significa en este caso derrota.
Nada mas por hoy.
Sed felices, lo demás es menos importante.
Antonio

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