miércoles, 30 de julio de 2014

FLORES CON POESIA CCI.- Ojos claros, serenos

Hoy a petición de una amiga de por Alli, repetimos este autor, pero en vez de un soneto he colocado dos madrigales.

Sevillano, nuestro poeta de hoy nace en mil quinientos veinte. Sabemos poco de su infancia y juventud, pero si conocemos que era muy versado en Humanidades y por lo tanto debió estudiar en alguna universidad.


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Fue militar Gutierre de Cetina y como tal acompaño a Carlos I por toda Europa, aunque dejo pronto el ejercito pues en mil quinientos cuarenta y cuatro estaba de nuevo en Sevilla, dispuesto a acompañar al procurador de Nueva España, su tío, don Gonzalo López.
Amigo de Diego Hurtado de Mendoza, Jorge de Montemayor, el príncipe de Ascoli etc., la poesía de Gutierre es fluida, realizada en métrica italiana que era lo normal de la época, maestro en estrofas amorosas. Fantasioso, fluido, belleza en la expresión escribió todo tipo de poesías como letrillas, canciones y sonetos. Pero donde realmente era el magnífico era en sus madrigales.
Enamorado ardientemente de una dama de Puebla de los Ángeles en Méjico, fue asesinado por otro enamorado celoso, a los pies de las rejas de la casa de ella, en el año de mil quinientos cincuenta y siete.

 
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¿Qué es un madrigal? 
Los madrigales son composiciones poéticas que utilizan versos heptasílabos y endecasílabos de forma totalmente libre pero con rima consonante y en los que normalmente se tratan temas amorosos.
 
 
MADRIGALES


I
Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?

 
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Si cuando más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.

 
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¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.

 
II

Cubrid los bellos ojos
con la mano que ya me tiene muerto,
cautela fue por cierto;
que ansi doblar pensastes mis enojos.


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Pero de tal cautela
harto mayor ha sido el bien que el daño:
que el resplandor extraño
del sol se puede ver mientras se cela.


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Así que, aunque pensastes
cubrir vuestra beldad, única, inmensa,
yo os perdono la ofensa:
pues, cubiertos, mejor verlos dejastes.
--o0o--


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Espero que os hayan gustado estos dos preciosos y amorosos madrigales.
Sed felices.
Antonio

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