miércoles, 23 de julio de 2014

Fotografiando al atardecer.-

Una tarde silenciosa. Es martes y en la presa no hay pescadores. Allá al fondo un par de perros con sus dueños aprovechan los últimos rayos del sol y se bañan.
Las luces de la tarde cada vez son más cálidas. Los tonos cambian por momentos y según la zona que atravieses pasas casi de una luz cegadora que llega de frente a una sombra que poco a poco se oscurece y se larga mas.
He salido en busca de insectos específicos y no he visto ninguno. Hay que aprovechar la calidad de la luz para fotografiar el mundo vegetal que se coloca a nuestro alcance invitándonos a verlo, sentirlo, conocerlo.
Y mis ojos se empapan de sentimientos distintos según llego a un recodo o a otro.
Una planta resplandece con los rayos que sobre ella caen oblicuamente. Su flor compuesta brilla. Es el aviso de que la tarde se está acabando.

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Encapsuladas las flores están esperando que les llegue el momento para salir a la luz y a parte de encandilarnos con su belleza realizar la misión para la que han sido creadas.
 
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Las semillas de esta especie de margarita, creo que es la planta de la Zygaena, están esperando un soplo de viento para salir volando a buscar un lugar donde germinar y crear nuevas plantas.
 
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Los rayos de sol que se cuelan entre los fresnos, iluminan las espigas de estas gramíneas con tonalidades dispares.
 
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Mas capsulas y mas flores. Y no cansan. Las perspectivas de unas y de otras, las mires desde arriba o desde abajo hacen a cada planta distinta. Parecen cestos de engendrar flores que abrirán sus tapas en cualquier momento para que se desparrame el contenido.





 
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En el pasadizo que se forma entre las gramíneas, seguramente porque los conejos y zorros pasaran por ahí durante la noche, aprovechan los rayos de luz para colarse también, como si fueran el centro de todo ¿Y no lo son?

 
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Flores de cardo, con sus alfileres defensivos coronándolas. Maravillosos elementos de la naturaleza de los que pasamos olímpicamente, sin fijarnos en su belleza.



 
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Otras fundas de gramíneas iluminadas a tramos por los últimos rayos del sol, unas en sombra otras como banderolas de señales.



 
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Y al final, cuando en el resto de la orilla las sombras son dueñas y señoras de todo, estas hierbas reciben los rayos de sol que se cuelan desde las alturas del collado de La Cierva para derramarse sobre ellas.
Feliz tarde a todos, espero que encontréis los tonos entre luces y sombras que os hagan felices.
Antonio

2 comentarios:

  1. Magníficas fotografías, de un gusto exquisito, Antonio. Gracias por compartirlas.

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