jueves, 18 de agosto de 2016

En el valle de las mariposas




Esta mariposa es una Polygonia C album. Fijaros en la que hay mas adelante

Son las once de la mañana.
José Moli y yo hemos llegado al silencioso pinar, que está al otro lado de la Sierra del Guadarrama, atravesado por un arroyo,que luego será el río Gudillos.

El pinar y el río Gudillos

Es el típico bosque de pinos en cara norte de la sierra. Espacioso, con claros donde la ausencia de árboles es aprovechada por cardos y zarzas sobre hierba fresca. Los helechos, bajo el pinar crecen verdes y sanos.

Una de las grandes del país, la Issoria lathonia

La calma es increíble. El sonido solo es roto por  un picapinos que de vez en cuando deja oír su canto y su martilleo sobre algún tronco en busca de larvas; en cierto momento un aguilucho lanza su gemido pidiendo comida a sus progenitores.

Una maravillosa Pyronia tithonu liba tranquilamente en el cardo sin importarle mi presencia

Esa calma que presenta el bosque es solo aparente, la vida bulle alrededor de cada mata, de cada árbol, en cada pradera...
A nuestro alrededor todo son movimientos espasmódicos de saltamontes, mariposas y libélulas que alzan el vuelo cuando nos acercamos a ellos descuidadamente. En los arboles los petirrojos y mirlos nos miran desde una prudencial distancia.

La Melanargia lachesis, de tamaño medio, reposa y se calienta sobre los helechos

Pocas especies distintas de mariposas, más de las que aquí os coloco, pero compensado todo ello por la cantidad de individuos que te permiten acercarte a fotografiarlos mientras liban.

Polygonia C albumes para mi una de las mas bellas mariposas por la forma de sus alas y su color. Apreciar la C blanca en su ala posterior.

Incluso las grandes libélulas, vienen a reposar a escasos pasos de donde nos encontramos y aprovechamos para fotografiarlas,
Se respira paz en mitad del bosque.
Hay tranquilidad absoluta; es un remanso de paz, un islote que te separa del mundo de las prisas y las  angustias; aquí la prisa es la que queramos poner nosotros.

Una grande y preciosa libélula Coldulegaster boltoni 

Hasta las mariposas vuelan sin hacer ruido. Solo el picapinos sigue inmutable con su canto, pero sin dejarse ver. 
El aire se ha enamorado del pinar y ha detenido su andadura. 
No se mueve ni una hoja de los helechos.
El silencio solo lo rompemos nosotros con nuestra conversación y los disparos de las maquinas de fotografiar.

 Lycaena virgaureae, no muy grande pero muy bonita con su color anaranjado

José es un compañero de ruta versado en todo lo que nos rodea. Le escucho. Aprendo, aunque mi memoria no retenga nombres, por lo menos no me suenan a raro al volver a escucharlos. Hablamos de muchas cosas. El bosque trasmite su encanto incluso a las conversaciones.

Una nocturna pernoctando encima de un cardo;Euplagia quadripuctariaPreciosa así y cuando abre las alas.

Las mariposas le ponen el ritmo al tiempo. Es un ballet que interpreta una maravillosa danza de la vida. Su afán, libar para coger fuerza de cara a los apareamientos que han de llegar en pocos días. Las grandes, danzan en vuelos con pocos movimientos de sus alas; las pequeñas, mas inquietas, colocan el contrapunto con movimientos rápidos y evasivos.

Una Issoria lathonia libando sobre cardo

No me extraña que las mariposas estén aquí viviendo. Yo me vendría también, pero no me dejan. 
Me imagino una cabaña en mitad del bosque, hecha de troncos, en las noches de invierno, escuchando la berrea y al jabalí hocicando por los alrededores, mientras un pequeño fuego crepita en la chimenea y un libro duerme conmigo entre mis manos.

Una mariposa de la col. Existen tres familias distintas. Esta es una Pieris napi creo por la forma de su mancha en el extremo del ala.

Soñar es fácil. Más difícil es cumplir el sueño.
Pasan los minutos más rápidos de lo que yo quisiera.
De repente nos estamos dando la vuelta pues hay que regresar a casa. ¡Como pasa el tiempo!

Otra maravilla de tamaño medio-pequeño. Se trata de la Coenonympha arcania. Fijaros en esos tres ocelos en su ala tras la mancha blanca.

Ahora, cuando escribo estas líneas, cuando revivo la experiencia de hace dos días, me da la sensación que sigo paseando por el bosque, estoy andando otra vez sobre las blandas hierbas de los prados.
Creo que estaba soñando mientras escribía… No lo sé, realidad o sueño, el valle de las mariposas estará guardado en un rinconcito de mi mente, para disfrutar durante los meses de invierno junto al fuego de mi cabaña.

Una Iphiclides podalirius, una de las mas grandes mariposas de la Península.
--o0o--
Sed felices.

Antonio

2 comentarios:

  1. Precioso repaso a la sierra, enhorabuena Antonio.

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  2. Muchas gracias por lo de versado... podías poner más bien charlatán.

    Como siempre sacando el verbo de la nada. Un placer leerte.

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