lunes, 23 de mayo de 2016

Cinco minutos en la ermita de San Frutos, en el Duratón

Bajo deprisa el  camino desde el aparcamiento. Mi amigo Luis se ha quedado esperándome en él debido a problemas técnicos. Una cierta sensación de agobio me invade. Mi angustia a las alturas me recorre el cuerpo y me propongo llegar a la ermita de san Frutos, pase lo que pase.

La ermita de San Frutos desde el mirador

A derecha e izquierda dos meandros profundos formados por el rio Duratón a través de los milenios, me acompañan. En las aguas de uno de ellos el polen de las coníferas está formando una gran mancha sobre el agua. El Duratón ha sido domado por el hombre y sus aguas mansas descansan contra una muralla de hormigón armado que se distingue en la lejanía.
Desde el mirador hago la primera foto a la ermita. Allí a unos trescientos metros la veo, digna, erigida sobre el acantilado, demostrando que ella es la señora del Duratón.

Entrada al conjunto bajo arco ojival

Según me acerco observo que un pequeño puente de piedra une el peñón sobre el que se asienta la ermita con el resto de la montaña. Un extraño vértigo me entra, pero quiero tenerla cerca, verla y darme una vuelta a su alrededor. Atravieso el puentecillo.
Según llego observo a derecha e izquierda dos mundos completamente diferentes.
A la derecha un ábside románico del siglo XII, muy a principios pues la iglesia fue consagrada en el año 1100, y a la izquierda un arco ojival en un lienzo que da acceso al interior de lo que debía ser un monasterio y la única forma de llegar a la puerta oeste, única entrada actual a la iglesia.
Una serie de murallones y arcos de medio punto delimitan las dependencias que fueron monacales y dependientes del monasterio de Silos.
Estoy solo en la ermita. El personal que estaba en ella salía cuando yo llegaba.

 Buitre leonado a escasos metros de mi cabeza

El silencio solo lo rompe el aire que asciende por el caño y algún graznido de cuervo que se asusta al verme allí. Los buitres pasan majestuosos por encima de mí.

Fachada oeste de San Frutos

Llego a la fachada oeste de la ermita. Allí, la portada exenta con un arco que recoge a la puerta, formada por tres arquivoltas lisas y un guardapolvos que descansan sobre pilastrones de piedra.

Arquivoltas de la entrada principal descansando sobre mochetones

Sobre ella una ventana rodeada por un guardapolvos con ajedrezado jaques envuelta en una serie de baquetones lisos que la rematan y apoyan directamente sobre los mampuesto del muro. Unas columnas decorativas están rematadas en los capiteles con elementos vegetales.

Ventana en fachada oeste

La que fue la otra entrada de la iglesia, en su cara sur está actualmente tapiada. Formado el arco de medio punto, está decorado con tres líneas en relieve siendo la última una especie de ajedrezado.
Me inquieta ver a las zarzas campar alegremente a sus anchas delante de la puerta. Cuando comienzan su invasión si no se tiene cuidado terminan haciendo daño.

Puerta sur, tapiada. Observese la pieza del muro que hace la vez de capitel.

Echo un vistazo al conjunto y retomo mi camino cuesta arriba. Antes miro los canecillos y el remate en espiga de lo que debería ser un capitel en la puerta tapiada.
Algunas firmas de cantero, una inscripción sobre una  mujer enterrada allí que se despeño y en el ábside unas piezas de ajedrezado aprovechadas para hacer el paramento.
Luis me espera arriba y he tardado más tiempo de lo previsto en llegar y hacer la visita.



Dependencias monásticas en ruinas

Volveré un día por estas tierras con tranquilidad, sabiendo que no pasa nada con los altos acantilados, a estudiar San Frutos con calma, con la calma del lugar, mirar piedra a piedra todo el conjunto y poder contarlo muchísimo mejor.

Los absides y las Hoces del Duratón


 El abside desde el muro que cierra el conjunto


Se ven distintos estilos de asiento de cantería y dos piezas de ajedrezado jaques aprovechadas

Cruzo el puentecillo mirando a la montaña, no quiero saber si debajo mío hay altura o no. Sigo unos pasos hacia arriba y me giro a echarle un último vistazo a la ermita.

Ultima vista de San Frutos por este día

Subo el camino tranquilo, a la velocidad que mis pulmones me lo permiten sin ahogarme. Me paro de vez en cuando y miro al cielo a ver si algún buitre quiere pasar cerca.
Cuando llego arriba, Luis me espera y emprendemos rumbo hacia Sepúlveda.
Desde el coche, en el camino de salida, divisamos unas orquídeas, el último regalo del Duratón en San Frutos. Nos bajamos y la fotografiamos.

Orchis morio

Ha sido una maravillosa experiencia.
Sed felices.

Antonio


 

1 comentario:

  1. La espera se hace corta cuando sabes que el motivo es un buen y documentado reportaje y un mejor relato casi casi poético. Gracias, Antonio.

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