Entrar en el jardín de mi cuñada es encontrar un rincón de luz, aroma y color, donde las flores dispersas en grupos fantásticos forman una amalgama maravillosa de colores. Recuerda un poco aquellos jardines románticos donde rincones bien habilitados les permitían a los amantes su charla intima, sin por el contrario llegar a serlo.
Especies de todos los tipos desde una maravillosa flor de un magnolio, a rosales, gitanillas, capuchinas, petunias, geranios, matas de romero y lavanda etc. etc., colorean el conjunto armoniosamente compartiendo su sitio con otros árboles y arbustos . Se nota que es una persona a la que le gustan las flores y las plantas y estas le corresponden.
Os voy a dejar una muestra de las que fotografié ayer. Allí estuve viendo flores, disfrutando de colores y respirando aromas maravillosos. Compartí con los insectos su gusto por las flores y disfrute viéndolos revolotear de flor en flor. Hasta una podalirio vino a posarse tras un largo vuelo planeado en distintas flores; abejorros, de todos los colores y melenas, zumbaban entre la lavanda y moscas grandes como aviones jugaban a esconderse detrás de las flores.
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