El paseo de hoy ha sido silencioso, iba solo, el cielo estaba completamente nublado y la tormenta se cernía amenazadora sobre mi cabeza. Las nubes parecían querer descolgarse de un cielo que parecía haber perdido la viveza de su color para convertirse en un campo de grises plomizos como verrugas en movimiento.
El viento, empujado por la lluvia que en lo alto de la montaña caía, llegaba frio y parecía querer empujarme por los llanos llenos de ya de mieses secas que no han sido segadas para formar alpacas para el ganado.
Y mientras tanto mis pensamientos corren igual que el viento. Cálidos y fríos a la vez pensando en tu cercanía y en tu lejanía. Tan cerca y tan lejos sin poder decir nada, solo quizás una mirada silenciosa, escondida.
Curiosos los sentimientos cuando despiertan de un sueño dormido y parecen estirarse para aguijonear el alma y el recuerdo. Despiertan tan súbitos que incluso asustan; se clavan en el alma y te reconcomen cuando no puedes dominarlos. Y la parodia que surge dentro de ti para disimularlos es una obra teatral, que con los años y la experiencia, sabes representar con la frialdad necesaria para estar dentro del escenario de la vida haciendo ver algo que en realidad no es. Te convierten en un actor que tiene que interpretar dos papeles a la vez el de la realidad y el del sentimiento.
Y una mirada y una sonrisa son suficientes para desencadenar una ilusión y saber que la representación teatral se ha interpretado de tal manera que los sentimientos han sido compartidos y entendidos por quien debe recogerlos.
Y eso solo, es como el aplauso que el actor merece, una sonrisa, una mirada y un sentimiento correspondido. ¡Ah, cuan nefasta es vivir del sentimiento sin poder expresarlo!
Los nubarrones de tristeza vuelven a pasar por mi mente y la tormenta entre la verdad y la imaginación retoma el camino del escenario. La obra a representar se titula "Tan cerca y tan lejos" y su autor no es otro que el destino. Comenzará la sesión en cualquier momento, quizás sin los timbres de aviso acostumbrados, y hay que tener los nervios templados y dormir los sentimientos para que en mitad de la representación no te traiciones a ti mismo; hay que ser actor de un guión escrito en el que no se pueden colocar morcillas añadidas sin causar sorpresa, amor, dolor o sueño, dependiendo del actor que este presenciando la representación.
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