La tarde ha sido más bien fresquita. Un ligero viento, norteño, molestaba para fotografiar en alto, pues plantas y animales eran en el ocular un movimiento continuo que mareaba. La lógica te empuja entonces a buscar a ras de suelo cosas que se estén más quietas, aunque sean pequeñas y te das cuenta que a tus pies existe un maravilloso mundo pequeño, colorido, bullicioso incluso, que solo está esperando que tus ojos le dediquen una mirada.
Desde el alto cardo, con su flor amarilla y sus púas afiladas y dispuestas a pinchar, a la más pequeña de las flores silvestres quizás encapsulada en una especie de coraza o cucurucho donde protegerse, infinidad de distintas flores del verano, casi secas, casi muertas, nos muestran la belleza.
Por desgracia, mi mundo anterior estuvo muy lejos de este que empiezo poco a poco a conocer gracias a mucha gente que dedicada al estudio de plantas y animales va dejando por la red, mis conocimientos son escasos. No se nombres y familias de plantas, pero si se una cosa que a mí personalmente me llena y es que me gusta observarlas, verlas de cerca y de lejos, buscar sus pequeños detalles y encontrar sus colores.
A veces, en mis paseos fotográficos, me vienen recuerdos de la infancia pasada en Gerona, haciéndole compañía a mi abuela, donde ella me explicaba algo de plantas y de flores. Le encantaban los nardos, que a mí personalmente me mareaban un poco, y los ponía en un florero alargado junto a la imagen de una Virgen. Recuerdo aquellas ramas de nardos como dentro del jarrón se iban abriendo poco a poco. Y muchas veces pienso que aquellas explicaciones y los detalles con lo que me lo contaban generaron en mi ese afán por buscar la belleza en todas partes, hasta donde casi no se puede encontrar.
Aquí os dejo las fotos. He elegido para hoy algunas de las de ayer tarde. Un día sin sol pero hermoso para el mes de agosto. Fotografié flores, insectos y semillas. Hoy le han tocado a las flores de verano; espero que os gusten.
No hay comentarios:
Publicar un comentario