Nuestro poeta nace en Sevilla en mil novecientos dos donde cursara sus estudios de bachiller. Hijo de militar, tuvo una educación fuerte, rígida. Comenzó desde muy joven a escribir poesía siendo su poeta inicial Bequer.
Terminada su carrera de Derecho, Luis Cernuda, asiste a distintas tertulias literarias y conoce a Juan Ramón Jiménez en mil novecientos veinticinco y con el que tendrá desavenencias por las críticas de este a su primer libro titulado Perfil del aire. Se dedica a leer clásico españoles y autores extranjeros, considerando la literatura universal como un todo.
Viaja a Madrid y conoce a Vicente Aleixandre y posteriormente consigue la plaza de lector español en la universidad de Toulouse. Homosexual tendrá distintas relaciones amorosas que dejara reflejadas en sus libros de poesía. Nunca negó este hecho.
Enamorado de los clásicos españoles, sobre todo de Garcilaso de la Vega y de Bequer.
Fue amigo de: Lorca, del matrimonio Altoaguirre, Ramón Gaya, Rafael Alberti, Lezama Lima, María Zambrano, etc.
La guerra civil le coge en Madrid. Poco después se traslada a Valencia y al terminar esta recorre un largo peregrinaje por Inglaterra, Estados Unidos y Méjico, donde morirá en mil novecientos sesenta y tres.
La obra de Cernuda inmensa, pero no voy a entrar en títulos que se pueden conseguir en la red.
La poesía de Cernuda posee el “angélico don andaluz, pero a la vez es especulativo, frío, ligeramente melancólico y nihilista” según palabras de Sainz de Robles.
Os dejo un poema titulado Lamento y esperanza que está escrito en los momento en que se ve perdida la Guerra Civil.
Espero os guste.
LAMENTO Y ESPERANZA
Soñábamos algunos cuando niños, caídos
en una vasta hora de ocio solitario,
bajo la lámpara, ante la estampa de un libro,
con la revolución. Y vimos su ala fúlgida
plegar como una mies los cuerpos poderosos.
Jóvenes luego, el sueño quedó lejos
de un mundo donde desorden e injusticia,
hinchiendo oscuramente las ávidas ciudades,
se alzaban hasta el aire absorto de los campos.
Y en la revolución pensábamos: un mar
cuya ira azul tragase tanta fría miseria.
El hombre es una nube de la que el sueño es viento.
¿Quién podrá al pensamiento separarlo del sueño?
Sabedlo bien vosotros, los que envidiéis mañana
en la calma este soplo de muerte que nos lleva
pisando entre las ruinas un fango con rocío de sangre.
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