La sensación de bienestar lucha con la angustia de un nuevo día que se acaba. Sé que no podré volver la Real Jardín Botánico por lo menos hasta la semana que viene y para entonces el tiempo, la lluvia y el frío, habrá hecho desaparecer esta maravillosa visión.
Cierto es que habrá otras distintas e igualmente bellas, pero estos colores…
La fusión de tres o cuatro tipos distintos de árboles y vegetación hacen de cada rincón del Jardín una maravilla. En el bosque o en la llanura, las coloraciones corresponden por lo general a un determinado tipo de estructura arbórea y los tonos van en función de la situación de cada árbol en la ladera o junto al arroyo.
Aquí la conjunción de especies distintas, unas al lado de las otras, crea efectos difíciles de encontrar en otro lugar. La monotonía monocromática de muchos bosques queda desbordada por un increíble muestrario de colores otoñales.
¡Sí, porque voy a negarlo!: ante tanta belleza, quise parar el sol; no para tirar las murallas y vencer a mis enemigos como Josué, no, si no para contemplar la belleza que el sol me iba dando y quitando poco a poco.
Ahora, pasadas unas horas de aquello, aun se cruza por mi mente la idea y me pregunto: ¿Qué hubiera pasado si llego a parar el sol? Quizás seguiría extasiado mirando cada uno de los árboles, sus hojas, los rayos de luz contornearse por una parte del árbol y jugar con las sombras en otra… Quien sabe lo que hubiera pasado si hubiese conseguido parar el sol…
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