Todas las tardes salgo a caminar al campo, no demasiado, entre cinco y diez kilómetros, por caminos relativamente lisos con pequeñas elevaciones y los terrenos que te rodean suelen ser sembrados de gramíneas o tierras de barbecho.
En algunos puntos se juntan el monte bajo con sus encinas y retamas que te oscurecen el infinito de la llanura castellana.
Y en las cunetas de esos caminos, y en las tierras no cultivadas aparecen una serie distintas de plantas que son todo un mundo de vida y que a simple vista no lo parecen. Cardos de diferentes tipos van ofreciendo, en momentos distintos cada uno, sus sabrosos néctares que almacenan sus flores y los insectos, mariposas, moscas, abejas, abejorros, chinches y un montón más de ellos, se apresuran a ir buscando el que mejor producto ofrece.
Las fotos de hoy, la mayoría, están realizadas sobre el cardo rodante, Eryngium campestris, que tienen la facultad de ir madurando sus flores cada uno a su debido tiempo. ¿Cómo lo sé? Observándolos. Es fácil ver un cardo llenos de mariposas y abejas de todos los tipos alimentándose, y en el de al lado ni un bicho.
Cuando salgáis a caminar por esos caminos de Dios, fijaros en los cardos. Fijaros en la cantidad de vida que existe y vive a su alrededor.
No, no hace falta que os paréis si no queréis, pero andando se observa también a los insectos.
Las arañas es más difícil de verlas si no te detienes y algunos insectos pequeños y otros no tanto, como las avispas, se esconden en las partes bajás, los primeros a guarecerse del sol y de los depredadores y las segundas a realizar allí sus avisperos.
Por eso en los cardos, y en las hierbas en general, hay que tener cuidado cuando se avanza a través de ellas, no vaya a ser que, sin querer, se tire o pise un nido de avispas. No pican, pero muerden.
Cuando veáis un cardo lleno de mariposas, mariposas que pasaran olímpicamente de ti si no te acercas demasiado, es seguro que por los alrededores anda un depredador en plan lagartija o lagarto, como el ejemplar que veis en la foto, que tuvo la santa paciencia de quedarse quieto durante cinco minutos mientras yo fotografiaba mariposas y a él o a ella.
¿Por qué se llama a los cardos Eryngium, cardos rodantes? Porque son esos cardos que en día de viento vemos desplazarse corriendo por campos y caminos. Es una forma de conquistar nuevos terrenos ayudándose de las fuerzas de la naturaleza.
Como habréis visto, a excepción de dos o tres fotos, todas están realizadas sobre estos cardos. No sé si habrán sido muchas, espero que no; por supuesto no os he querido aburrir con nombre científicos, entre otras cosas, porque yo conozco muy poquitos.
Feliz día a todos.
Sed felices, que esto es muy, pero que muy corto.
Antonio
No solo insectos ..una lagartija ..ni una niña
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