Voy andando por el camino, bajo un sol ardiente del mes de julio.
Se ha recolectado y los cereales y muchos campos sembrados aparecen con los restos de la mies. Otros, arados rápidamente, se orean a un sol implacable que seca el terreno como si el agua no hubiere existido jamás.
Las retamas y las avenas locas ocupan la mayor parte de la extensión de tierra que queda entre el camino y el arroyo que discurre un poco más allá. De vez en cuando, dispersos entre los bordes del sembrado, entre las matas bajas, aparecen los cardos comestibles, las tagarninas como las denominan en Andalucía, cardillos en otros lugares y un montón mas de acepciones, y cuyo nombre científico es Scolymus hispanicus.
El Scolymus hispanicus, es un cardo comestible que varia su altura entre el rastro y los dos metros de altura, si bien por lo normal suele encontrarse entre el metro y el metro cincuenta.
Si vais por el campo lo recoceréis fácilmente. Es de los pocos cardos que se presentan con esas maravillosas flores amarillas.
El cardo de olla, como también se le conoce, presenta ramificaciones desde la base y sus hojas presentas púas, defensa natural contra los animales, para evitar que se los coman.
Las flores que nosotros apreciamos son inflorescencias compuestas de un montón de flores, hasta cuarenta, todas ellas muy iguales, siendo hermafroditas.
Las tagarninas pueden comerse bien cocidas, como una verdura cualquiera, bien en potajes o también en ensalada y puedo asegurar que son muy buenas. Para poder comerse las hojas de esta planta hay que limpiarlas, acción que yo aunque lo he intentado me sale fatal.
El cultivo de estos cardillos esta en desuso como he podido leer en alguna pagina de la red. Pero lo cierto es que cada vez que los he comido ha sido porque alguien los ha cogido del campo y me los ha ofrecido limpios.
Los estambres de las flores se utilizaban, y no sé si e siguen utilizando, como falso azafrán. Es mas había gente que los mezclaba con el azafrán pues eran mucho más fácil su recolección y si no eras avispado te colaban un producto por el otro.
Se me olvidaba deciros que el cardillo o la tagarnina, pertenece a la familia de las Asteraceae, que a su vez pertenecen al orden de las herbáceas.
A mí personalmente me encanta esta planta. Me chifla encontrármela como un faro en medio de las hierbas y las gramíneas, luciendo esas esplendorosas y maravillosas flores, que ahora y hasta bien entrado agosto nos va a mostrar abundantemente.
Este cardo de olla se puede encontrar prácticamente en toda la península, siempre por debajo de los 1400 metros de altura.
Le gustan terreno de barbecho, lindes, bordes de caminos y es incluso capaz de sacar adelante sus plantas en las urbanizaciones que están medio abandonadas.
Nada más por hoy.
Solo desearos felicidad.
Antonio
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