Estamos a diez de octubre. Los días comienzan a acortar y las temperaturas por las noches en la parte baja de la montaña, estamos a 1200 metros sobre el nivel del mar, comienzan a bajar.
Muchos insectos han desaparecido de la escena cotidiana del verano. Las avispas están buscando cualquier insecto, sobre todo los pulgones que puedan quedar en las hojas y huevos de mariposas, para alimentarse, saben que llega el otoño y que pronto las heladas harán su aparición.
El sol les indica con su declinación que hay que guarecerse.
El avispón, enorme comparado con cualquier otro himenóptero, sabe que sus días están contados y que tiene que asegurar su descendencia.
Ha elegido un lugar protegido y soleado donde depositar sus huevos y las larvas comenzarán a salir en la primavera cuando el sol y la lluvia se alíen para dar calor y reblandecer el barro de su nido.
Y ayer paseando este avispón poso para nosotros con su bola de barro entre sus mandíbulas y poco a poco fue recubriendo su nidada hasta que la bola de barro desapareció por completo.
Os dejo las fotos que siento que no sean mejores, pero las condiciones de luz y de sombra de pajas y ramas de arbustos no me permitieron ni acercarme más ni tener uniformidad en la iluminación.
Ha terminado de colocar barro sobre el nido. Si ha quedado satisfecha vigilara el nido mientras viva. Si por el contrario su obra le parece aun no terminada, volverá a la orilla del pantano a recoger un poco mas de barro y seguirá rematando la casa de la nueva generación de avispones.
Nada más. Sed felices.
Antonio
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