Imaginaros la escena: la luz de una tarde de otoño cuando el sol casi roza al horizonte y sus últimos rayos se filtran entre las hojas de unos árboles y van a incidir en distintos elemento del jardín.
Castaños, plátanos y lauros se dan la mano, compartiendo los pocos huecos que dejan la casa y la piscina en la parcela, y hasta que sus hojas decidan cubrir el suelo completamente los rayos del sol tendrán dificultades para entrar.
El brillo de la luz de la tarde es como un mensaje recordándonos que mañana volverá a lucir el sol y que las tinieblas son necesarias para que admiremos los rayos que nos mandará el astro rey al amanecer.
Luz y sombra, contrastes intensísimos que son una alegoría de lo que realmente es nuestra vida: vida y muerte, despertar y sueño. Y entre el despertar y el sueño un montón de días y de emociones que nos inundan y que nos incitan a seguir viviendo.
La luz nos reconforta. ¿Os imagináis un mundo siempre oscuro?
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