Mi amigo Luis me ha invitado a pasear juntos un rato por el botánico esta mañana y eso me ha dado la oportunidad de fotografiar está hambrienta ardilla, que olvidando sus temores, ha sido capaz de pasearse por delante nuestro como si estatuas fuésemos.
Ha comenzado primero a pasearse por un alto árbol para posteriormente descender por el mismo, incluso saltando según bajaba, hasta el suelo.
Una vez allí, se ha perdido en la espesura de una especie campo de coles y a los segundos ha salido con una especie de nuez entre la boca.
Corriendo ha subido hasta la rama de un árbol y allí se ha puesto a comer tranquilamente.
La segunda vez, cambiando de árbol, ha vuelto a bajar al suelo. Ha tomado en su boca una especie de nuez que tenia la pinta de una trufa.
Luego se ha acercado más a mí y encaramada a un granado ha estado contemplando los alrededores antes de decidirse a correr por el suelo y subirse a un alto olmo a comer el codiciado fruto.
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