El tiesto, donde presa crece la hortensia, es un triste pedazo de barro moldeado para dar cabida a la vida, una vida maravillosa transformada primero en hojas y luego en flores, para producir a la postre mas vida.
Depende cuando miro el tiesto, Soledad, los sentimientos son distintos.
Con la luz cálida del atardecer las coloraciones y los contrastes se acentúan. Cada hoja, cada tallo y cada flor en esos momentos deliciosos de la puesta de sol presentan tonos dispares, luces dispares, colores distintos que se superponen unos encima de otro, Soledad.
Al mediodía, cuando el sol en lo alto descarga con fuerza todo su potencial, la hortensia a la sombra de pino va cambiando sus tonos en función del aire que en ese momento corra. Unas veces la flor esta a plena luz, otras, por el contrario, es una especie de reja que presenta distintas zonas luminosas.
¿Cómo nos hablan las plantas, Soledad? Las plantas nos cuentan sus sentimientos cuando las miramos; nos enseñan su alegría en los retoños y su salud en unas maravillosas hojas verdes, que como en la hortensia, Soledad, derraman los brillos de la luz que reciben del sol. Basta con mirar una planta, Soledad, para saber si es feliz y si está sana, como basta mirar a los ojos de una persona para saber si te quiere y está feliz, como cuando te miro a ti.
¿Te has fijado en el pobre barro de la maceta? No es bonita, es un macetón grosero, basto, mas para estar cobijando un árbol antes de su trasplante que soportando tan maravillosa criatura. Pero es indiscutible, Soledad, que ese barro ha sido capaz de albergar y dar vida a una maravilla como es esa hortensia del pozo.
Me encanta acariciar sus hojas, notar el suave tacto de su haz y la sensación algodonosa del envés, que parece que la planta agradece, como me gustaría acariciarte a ti, Soledad.
A diferencia de las hortensias del pozo que se encuentran unas con otras a través de los insectos, tú y yo Soledad, estamos en tiestos distintos que no nos permiten acercarnos el uno al otro.
¿Te has fijado en el tono de las flores? Delicadas, parecen querer decir que son frágiles, temerosas de que una mano las arranque de su planta. Me recuerdan un poco el color de tus labios, temerosos de que yo les bese, Soledad.
Sé feliz, amiga mía, como lo es la hortensia encerrada en el tiesto sin posibilidad de escapar, como tú y yo.
Hasta pronto, Soledad. Un beso.
Antonio
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