Paseando en el mes de abril bajo unos árboles semidesnudos, donde las hojas aun brillaban por su ausencia, los gorriones se presentaban fáciles a ser vistos y captados y nosotros nos dejábamos captar también por ellos.
Es una época interesante para ver a los pájaros en los arboles. Desnudos, la visión es capaz de atravesar muchas de sus ramas para encontrar lo que se quiere al final de la visual. Y lo que se quiere no es otra cosa que ver unos pajarillos que no se debían llamar gorriones sino listillos.
Las fotos que vais a ver hoy no son espectaculares; mus normales, pero todas tienen en común la presencia de estos maravillosos, traviesos y caraduras pájaros.
El gorrión es una pequeña ave, de unos siete ocho centímetros de largo, perteneciente a la familia de los paséridos. De tonos marrones, listados en sus alas, son de color gris claro en su vientre y pecho. ¿Os habéis preguntado por qué son así sus colores? Es como los camuflajes que se les ponen a los aparatos de guerra. Desde el aire es mucho más dificultoso ser vistos si tu cuerpo se confunde con las sombras y colores que ve el cazador desde arriba. Y a la inversa si mira desde abajo, donde el pelaje puede confundirse con las nubes grises y blancas que se mueven por el cielo.
El gorrión ha tenido la audacia de saber conquistar el mundo de los hombres. Está en nuestras ciudades, se acerca a las terrazas de los paseos a intentar robar o suplicar unas migajas e incluso algunos llegan a introducirse en las cafeterías a través de sus puertas giratorias.
La diferencia para conocer entre un macho y una hembra, esta en la mancha negra que los machos tienen en el pecho.
A mí personalmente me llaman poderosamente la atención.
Ese día no quisieron posar cerca. Siempre tuve que fotografiarlos en la lejanía de las ramas donde ellos se sentían protegidos, pero estaban ahí haciéndome compañía.
Buen día a todos.
Sed felices.
Antonio
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