Andaluz nacido en Antequera, nuestro poeta de hoy vino al mundo en el año de mil quinientos setenta y ocho. Estudió en Sevilla donde curso Cánones y Teología y donde se inicio en la poesía. En sus viajes a Granada frecuentaba las reuniones de la Academia de poetas granadinos y en Sevilla asistía a las reuniones que se celebraban en el taller de pintura de Francisco Pacheco.
Estas relaciones, su vida en Valladolid y Madrid, su amistad con Góngora y Quevedo le sirvieron a Pedro de Espinosa para publicar una antología sobre poetas de la época titulada Flores de poetas ilustres.
Enamorado de una cortesana a la que dedico un libro de poesía pero que le dio calabazas casándose dos veces con otros hombres y harto del mundanal ruido, se ordena sacerdote en Málaga, se retira de eremita en Antequera y posteriormente en Archidona.
El conde de Niebla lo saca de este retiro concediéndole, a parte de una capellanía, la dirección del colegio de San Idelfonso en Sanlúcar de Barrameda.
En esta ciudad murió en mil seiscientos cincuenta.
Según Saiz de Robles Pedro de Espinosa “es de concepción original, dicción pura y estilo florido…”
Os dejo un soneto escrito en versos alejandrinos dedicado a la Virgen María.
A LA SANTISIMA VIRGEN MARIA
Como el triste piloto que por el mar incierto
se ve, con turbios ojos, sujeto de la pena
sobre las corvas olas, que, vomitando arena
lo tiene de la espuma salpicado y cubierto,
cuando, sin esperanza, de espanto medio muerto
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