Nuestro poeta de hoy, uno de los grandes de la generación del 50, nace en Jerez de la Frontera en mil novecientos veintiséis.
En su ciudad natal estudia el bachillerato marchando posteriormente a Sevilla donde realizara la carrera de Filosofía y Letras. Allí conoce a Pablo García Baena y a los poetas que editan la revista Cantico que le auparan con su poesía, tanto así que en mil novecientos cincuenta y dos gana el Premio Adonais con su primer libro de poesía titulado Las adivinaciones.
José Manuel Caballero Bonald vuelve a España unos años después de la guerra y entre en el Seminario de Lexicografía de la Real Academia de la Lengua.
Es sobre todo un poeta, pero también novelista, ensayista y crítico literario, tanto es así que tiene premios a su crítica literaria.
Entre su obra poética cabe destacar a parte de la ya mencionada Memorias de poco tiempo, Anteo, Las horas muertas, Descredito del héroe y Entreguerras, entre otras. La última es su autobiografía en verso.
Premio Boscán, Premio Crítica de Novela, Premio Nacional de las Letras, Premio Nacional de Poesía y Premio Cervantes en mil novecientos doce.
Os dejo un poema que a mí me ha parecido sensacional.
Y tú me lo dices que sabes
que me hice sangre en las palabras de repetir tu nombre,
de golpear mis labios con la sed de tenerte,
de darle a mi memoria, registrándola a ciegas,
una nueva manera de rescatarte en besos
desde la ausencia en la que tú me gritas
que me estás esperando.
Espera
Y tú me dices
que tienes los pechos vencidos de esperarme,
que te duelen los ojos de tenerlos vacíos de mi cuerpo,
que has perdido hasta el tacto de tus manos
de palpar esta ausencia por el aire,
que olvidas el tamaño caliente de mi boca.
que tienes los pechos vencidos de esperarme,
que te duelen los ojos de tenerlos vacíos de mi cuerpo,
que has perdido hasta el tacto de tus manos
de palpar esta ausencia por el aire,
que olvidas el tamaño caliente de mi boca.
Y tú me lo dices que sabes
que me hice sangre en las palabras de repetir tu nombre,
de golpear mis labios con la sed de tenerte,
de darle a mi memoria, registrándola a ciegas,
una nueva manera de rescatarte en besos
desde la ausencia en la que tú me gritas
que me estás esperando.
Y tú me lo dices que estás tan hecha
a este deshabitado ocio de mi carne
que apenas sí tu sombra se delata,
que apenas sí eres cierta
en esta oscuridad que la distancia pone
entre tu cuerpo y el mío.
a este deshabitado ocio de mi carne
que apenas sí tu sombra se delata,
que apenas sí eres cierta
en esta oscuridad que la distancia pone
entre tu cuerpo y el mío.
--o0o--
Nada más por hoy. Sed felices.
Antonio
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