Ayer salí a pasear con mi amigo Luis por la Rosaleda del Parque del Oeste de Madrid y la desilusión fue grande, no porque las rosas estuviesen la mayoría pasadas, si no por el poco cuidado que se observaba.
Rosales que no han sido podados después de que sus rosas hayan muerto, trepadoras convertidas en rastreras por los suelos de los paseos; una verdadera desilusión.
Y en medio de ese caótico aspecto, seguro que debido a ajustes presupuestarios, algunas rosas florecían magnificas a la vista de los escasos visitantes que en la fresca tarde de ayer visitábamos, cuando esta cuidado, este fantástico recito.
Hay muchas más fotografiadas, y alguna seguramente más bonitas que estas, pero las he ido escogiendo según pasaban las fotos por la pantalla; quince rosas son. Espero compensaros con ellas la presentación de ayer de Filosofía de un albañil, que por los comentarios que he recibido se que ha habido opiniones de todos los gustos.
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