La primavera en la zona centro suele ser corta, se pasa de los fríos extremos del invierno en la zona montañosa de Guadarrama a fuertes calores que hacen cambiar el tono del paisaje, pasando en escasos días de los maravillosos tonos verdes acompañados de otras manchas de calor, al paisaje amarillento de los campos secos con las espigas de las hierbas y las gramíneas completamente dorados.
Hoy estamos en medio de ese corto espacio de tiempo. El suelo aun tiene humedad y las temperaturas que ya han llegado a los treinta y cinco, hace que aun aparezcan florecillas por todos lados.
Y en el camino que esta mañana he emprendido en busca de un lugar donde pudieran refugiarse los insectos he encontrado junto al camino, alrededor del tronco de un árbol serrano esta jardinera compuesta de hierbas, pequeñas margaritas campestres y alguna amapola. Rincones de color que seguramente dentro de quince días no existan, pero que de momento podemos disfrutar.
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