Cuando se pasea por el paseo de Prado uno se encuentra delante de la puerta principal del Museo del Prado la estatua del gran Diego Velázquez, uno de los grandes pintores universales, nacido en Sevilla en 1599, que llego a ser pintor de la Corte. Murió en Madrid en 1660.
Sentado en un gran butacón, Velázquez sostiene con su mano izquierda la paleta de los colores y con la derecha coge el pincel. Hay que fijarse en el cojín con borla sobre el que está sentado el pintor, así como la cruz de caballero de la Orden de Santiago que luce en el pecho de su camisola.
La estatua se realizó en bronce y se fundio en los talleres de la fundición Masriera de Barcelona inagurándose en 1899 por el rey Alfonso XIII.
Esta escultura, quizás una de las más fotografiadas de España, es en cambio una gran desconocida en cuanto a su autor que no es otro que el gran Aniceto Marinas.
Aniceto Marinas nació en Segovia en 1866 de familia humilde.
Consiguió ingresar becado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y debido a su destreza se le volvió a becar para que terminase sus estudios de escultura en Roma.
Ganador de muchos premios, concursos y distinciones Aniceto Marinas es uno de los grandes escultores españoles de los siglos XIX y XX teniendo muestras por toda la geografía española.
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