Si, sencillamente rosas, no les hace falta más apelativos. Ni bellas, ni hermosas, basta con decir rosa para saber que la hermosura y la belleza son consustanciales con ellas. Blancas, rojas, naranjas e incluso negras, las rosas son un muestrario del arco iris.
Sus pétalos aterciopelados, sus aromas inconfundibles y su prestancia hacen de ellas la flor ideal para embellecer cualquier lugar, desde la soledad de un capullo en un pequeño jarrón, o en la solapa de una chaqueta o en la mano de una hermosa mujer, siempre será una bella rosa, una bella flor.
Cuanto “te quiero” habrán escuchado estas flores a lo largo de la historia, cuantas ilusiones puestas en el acto de recibir una de ellas, o cuantas lágrimas recordando una traición que empezó con ella.
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