Ayer tarde, mientras comamos tranquilamente en Guadarrama se desató la tormenta y gordos goterones caían del cielo, de un cielo que combinaba el azul de un firmamento limpio hacia lo alto de la montaña y un grisáceo y negro nubarrón por la meseta.
Los truenos sonaban cercanos, como si el dios Thor quisiera avisarnos de su próxima presencia y ante tales ruidos el sauce llorón, con sus pequeñas y nueva hojas, bailaba una extraña danza de unos brazos que a cada trueno querían recoger al señor de las tormentas.
De repente, igual que había llegado, desapareció la tormenta y quedo en el aire una sensación de humedad y pesadez como si algo hubiese sido inacabado.
Lucia un maravilloso sol y decidí subir hasta la presa de La Jarosa, a unos 1200 msnm a dar un paseo por sus orillas y ver si de paso conseguía alguna foto de un insecto.
Un ambiente húmedo imperaba sobre las hierbas y en el aire una especie de visillo transparente indicaba que algo iba a suceder.
A contraluz, las efímeras bailaban su postrera danza en el aire buscando la pareja con la que unirse para, a las pocas horas, morir.
El nivel del agua como nunca lo había visto por estas fechas. Los rincones a contraluz o a favor de esta maravillosos y en el corto paseo que realice por ella pues las aguas tan altas cortaban los pasos naturales que tiene la presa a su alrededor.
Decir que el agua estaba tres o cuatro metros por encima de su nivel alto normal, creo que no es ninguna exageración y como muestra de ello se ven los árboles que han crecido siempre por encima del nivel del agua, dentro de esta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario