Hace unos días, allá por finales del mes de enero, paseaba en compañía de mi amigo Luis por el parque del Retiro, aprovechando una maravillosa mañana de invierno cálido. Uno de esos días que nuestra situación geográfica hace posible con la llegada de los vientos cálidos de África y en el que los termómetros cambian la cara y sonríen.
El Retiro con luces limpias se pone fantástico para caminar en esos días y los contrastes de luces y sombras son fantásticos.
También aprovechan los gorriones para asearse cuando las temperaturas suben. Las aguas de las fuentes, mas cálidas que en días anteriores, y seguramente que los posteriores, y los pilones con poca profundidad son el lugar ideal para el aseo.
E
l agua no llega al cuerpo, no hace falta saber nadar. La corriente es nula o prácticamente nula, con lo cual el peligro de ser engullido por un remolino se reduce y los humanos estamos fuera del alcance del radar de alerta por proximidad de enemigos.
Solos o en parejas se bañan, se solazan en el agua y se limpian. Sumergen la cabeza en el agua y luego se sacuden lanzando gotas de agua al aire, como si de una ducha al azar se tratase.
Es divertido verlos. Es apasionante ver cómo llegan por turnos y ver como esperan su puesto para el aseo. Curioso.
Qué bonito!!! ¿Cómo te fijas en esas cosas? La verdad que lo más sencillo de la vida es lo más auténtico. Un reportaje precioso y unas fotografías de premio. Gracias Antonio. Sigue compartiendo la belleza de vida!!!
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