Me fui ayer a pasear un rato por el Real Jardín Botánico de Madrid, aprovechando que la mañana estaba cálida, lo cálida que puede estar a principios de marzo, y que la luz del sol penetraba limpia después de días de lluvia y aire.
Me llamo poderosísimamente la atención la cantidad de hojas viejas que quedaban aun en los árboles y arbustos, mezcladas con los retoños que comienzan a aparecer en muchísimas plantas y árboles.
Eran el postrer recuerdo a un otoño muy lejano y a un invierno que poco a poco nos va dejando para dar paso de nuevo a la explosión de vida que es la primavera.
Un recuerdo al ayer, viejo y cansado, que esta comenzando a dejar paso de nuevo a la luz y el calor.
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