Primeros rayos de sol que calientan el ambiente y los cuerpos. Suben rápidamente las temperaturas y los insectos que dormían el sueño anual comienzan a aparecer. Salen de su letargo y necesitan energía para ponerse en marcha. ¿Qué mejor que el sol?
En cualquier lugar brillante donde el astro rey caliente, habrá un insecto aprovechando sus rayos y a lo mejor algún humano, como yo, haciendo lo mismo después de tantos días seguidos de frio, viento y lluvia.
Un pequeño gorgojo tomaba el sol plácidamente a mis pies. De milagro lo vi y se libro por los pelos de ser aplastado por mi peso.
Me agache a fotografiarlo y luego, ante mi sorpresa, se subió tranquilamente al dedo que le tendí. Y allí estuvo un buen rato; nos observábamos mutuamente, yo con asombro, el seguro que con la indiferencia de quien se sabe tranquilamente seguro.
Lo difícil fue hacerlo bajar y al final tuve que empujarlo enérgicamente para que dejara un dedo que seguramente estaba más caliente que el medio ambiente que nos rodeaba.
Moscas de todos los tamaños, con sus pelos erizados, placenteramente tomando el sol hasta que uno se acerca a fotografiarlas.
Entonces se ven reflejadas en el objetivo y salen huyendo presas de un enorme susto.
Una araña toma el sol en la corteza de un plátano. Necesita energía, necesita sol. Luego vendrá la hora de comer, pero para eso hay tiempo hasta en invierno que viene.
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