Corre una ligera brisa y la temperatura es buena, los rayos del sol anuncian que la primavera esta próxima y los arboles y matorrales comienzan a mostrar sus lustrosas hojas de un verde tierno asomando de unos troncos y ramas aun fríos pero que comienzan a latir.
Los frutales, como proveedores de alimento a los insectos que también comienzan a despertar lucen sus galas mas maravillosas, blancas con tonos que van del verde del manzano a los rosados de los prunos y los melocotoneros.
Pero de repente aparecen en medio de la arboleda del parque las resistentes obligando al resto a aguardar su momento porque ellas aun se protegen de las nuevas invasoras que quieren echarlas.
Es una resistencia inútil, que tarde o temprano será barrida del mapa por las nuevas ocupantes. Mientras, y aprovechando que el árbol comienza de nuevo a funcionar, toman sus últimos alimentos de compuestos minerales y agua antes de rendirse a la evidencia.
Un maravilloso sol las alienta a permanecer en sus puestos; de repente, como aliado con sus contrincantes, una ráfaga fuerte de viento reduce el número de supervivientes a unas pocas resistentes.
Siempre sorprendiendo, Antonio. Gracias por esta entrada.
ResponderEliminarQué te digo que ya no te haya dicho??? Preciosa metáfora desde el comienzo hasta le fin. Belleza a flor de piel, que la sientes, que sientes cada pétalo y cada hoja. Te llega. Personificas a la perfección. Te repito: PURA POESÍA. Las fotografías son maravillosas, espectaculares, únicas...
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