Cuando paseo por zona arboladas y contemplo las grandes edificaciones de todos los tiempos que los hombre hemos construido a su alrededor, me pregunto cómo ha sido posible que nos desviásemos tanto de los patrones que la naturaleza pone como ejemplo a nuestra disposición.
La arquitectura de todos los tiempos en occidente se ha basado en paralepípedos más o menos altos o más o menos anchos. Siempre líneas rectas que se cortan por lo general en ángulos de 90 grados y que de vez en cuando se salen de esos límites creados por un hombre que se ha subyugado a ellos, que se ha hecho a ellos.
La arquitectura avanza cada día más hacia un paralelepípedo perfecto donde la estructura recta es la perfección y todo lo demás la imperfección.
A mí personalmente por mi trabajo, me ha tocado el ejecutar esos diseños de líneas rectas y normales, donde el desvió en un centímetro viene marcado por el desorden que se formaliza en las piezas que luego lo envuelven.
Contrastes de método rectilíneo con el libre albedrio en la naturaleza. La naturaleza crece siempre de mayor a menor, forma si se quiere superficies amorfas en los arbustos y piramidales en los grandes árboles. Nuestros edificios por regla general, son cajones con más o menos aditamentos para embellecerlos.
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